En un comunicado de la referente de Juntas a la Izquierda-MST, María José González se sumó al repudio generalizado en las redes sociales a una actividad organizada por el Comité de Bioética junto a la Fundación Barceló, en el que utilizan la denominación “disforia de género” para referirse a la identidad de género autopercibida.
En el comunicado, González manifiesta: “Tras los vergonzosos dichos del Vicerrector de la UNLaR, José Gaspanello, ahora es el Hospital de la Madre y el Niño y sus directivos quienes niegan la identidad de la comunidad trans”.
“En un volante firmado por dicho hospital y la Fundación Barcelo se promociona un curso titulado “Disforia de género”, un término arcaico eliminado por la Organización Mundial de la Salud que define a la identidad trans como un trastorno mental y no como una identidad de género”, informó la referente de izquierda.
En ese sentido, González expresó: “Éstos no son médicos, son dinosaurios que se escaparon del parque geológico de Sanagasta”.
“El clima de odio contra la comunidad trans fue habilitado en primer lugar por el Vicerrector de la UNLaR, José Gaspanello, quien no cambió su actitud, no fue sancionado ni fue removido del cargo, a pesar de nuestra denuncia ante el INADI. Este Instituto tampoco ha hecho nada al respecto. La impunidad con la que se maneja Gaspanello habilita esta campaña campaña nefasta de violencia institucional, violando la Ley de Identidad de Género y difundiendo dogmas médicos que niegan la autonomía de las personas trans al considerarlas enfermas”, agregó la activista política.
Por su parte Leonel Acosta, activista gay dirigente del MST, declaró: “No queremos trans odiantes ni en la UNLaR, ni en el hospital; que renuncien y dejen de ventilar sus prejuicios cavernícolas. Los principales responsables son el gobierno nacional que usa al INADI como adorno, porque jamás toma cartas en el asunto, y el Gobierno provincial que sostiene a profesionales que violan los derechos humanos como el anestesiólogo que hizo apología a la tortura de mujeres y ahora estos mamarrachos”.
“La salida es educación sexual integral con perspectiva de género en las escuelas, un plan de salud inclusivo de la disidencia sexual, el cupo laboral trans y la separación de la iglesia del Estado para cortar con el financiamiento millonarios de estos prejuicios y violencias que hoy se cuelan en el hospital y la universidad”, finalizó Leonel Acosta.
Esto se suma al repudio a través de las redes de referentes de la comunidad LGBTTTIQ y comunicadoras que juzgaron la actividad como discriminatoria, a la vez que la consideraron un gran atraso para las conquistas por derechos de la minorías, teniendo en cuenta que en la Argentina la identidad de género autopercibida se encuentra despatologizada e incorporada a la ley 26.743.