Actualmente, 3.526 personas con COVID-19 se encuentran internadas en Unidades de Terapia Intensiva. De acuerdo a la cartera sanitaria, el porcentaje de ocupación de camas de terapia intensiva es del 54,5% a nivel nacional. En el Área Metropolitana de Buenos Aires esa cifra es mayor: alcanza el 60,2%.
Por otra parte, el Gobierno confirmó que “en los próximos días” llegarán vacunas rusas y chinas. “No será esta semana, cuando tengamos la fecha precisa lo informaremos, pero hay conversaciones en forma permanente y somos optimistas”, dijeron fuentes oficiales, que ahora quieren ser cuidadosas para no seguir sembrando expectativas que después no puedan concretarse.
En rigor, fue el mismo Presidente el que anticipó el dato. “En unos días se recibirán más dosis procedentes de Rusia y también está prevista la llegada del primer lote de vacunas de AstraZeneca, que nos está adelantando parte de lo que se habían comprometido a entregar en marzo”, dijo a Página/12.
También reveló que en las negociaciones con el laboratorio chino Sinopharm “se ha logrado mejorar el precio, que quedó en 20 dólares cada dosis”. “Está por concluir el proceso mediante el cual el ente regulatorio Anmat tiene que verificar la calidad de la vacuna desarrollada por el grupo farmacéutico chino”, adelantó.
La empresa estatal Sinopharm tiene un precio estándar de 30 dólares por dosis, pero a través del médico Pedro Cahn, que coordina desde Fundación Huésped ensayos en fase III en los centros Vacunar y forma parte del grupo de expertos que asesoran al Gobierno en la lucha contra la pandemia, habría logrado una significativa reducción del precio y la flexibilización de las condiciones de compra, entre ellas, una significativa reducción del lote de compra.
A su vez, Argentina tiene la expectativa de que se normalicen las entregas de la Sputnik V, de las que esperan recibir 20 millones de dosis. Un funcionario del Ministerio de Salud bonaerense, en diálogo con Infobae, explicó: “Se demoró la publicación en la revista The Lancet, seguramente por presiones de los laboratorios con mayor poder en el mundo científico, lo que provocó una cadena de descreimiento en países que tenían que aprobar y producir la vacuna para exportar. Así, los rusos no tuvieron ninguna posibilidad de cumplir con lo que habían prometido”.
Fuente: Infobae.