Tuvieron que pasar 38 años para escuchar la condena por el asesinato de Monseñor Angelelli. Ahora, èl hombre al que truncaron su tarea pastoral los militarones, puede ser canonizado.
…”Y en Punta De Los Llanos, desnucado está Dios” dice la Cantata Riojana en uno de sus versos. Mientras investigaba el asesinato de Carlos De Dios Murias y Gabriel Longueville, y regresando de Chamical, la camioneta que manejaba Angelelli fue encerrada bruscamente por un Peugeot 404, en una maniobra que le provocó el vuelco. Cuando la policía llegó al lugar, el cuerpo sin vida del obispo se encontraba en el asfalto con los brazos en cruz, a metros del vehículo. En un primer momento, el hecho fue caratulado como accidente de tránsito.
Angelelli formó parte, junto con Carlos Horacio Ponce de León, Jorge Novak, Jaime de Nevares y Miguel Hesayne, del grupo de obispos que denunció más enérgicamente las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar. Como parte de su fuerte compromiso social, participó en el Concilio Vaticano II, en el que defendió posturas para renovar la Iglesia Católica.
Año tras año se conmemora el aniversario de su desaparición física en la ermita construida en el lugar en el que fue hallado su cuerpo, en la localidad de Punta de Los llanos. Allí se reúnen sacerdotes de diferentes puntos del país y de Latinoamérica para homenajear a Monseñor Enrique Angelelli, como así también cientos de personas que rinden homenaje a quien en vida fue llamado “El obispo de los pobres.”
En la tradicional misa celebrada por el actual obispo Marcelo Colombo, dijo ante los presentes: “Ponemos nuestra confianza en Aquél que nos invitó a salir de la cómoda seguridad de no ser, de no vivir, de no poder amar, para comenzar a crecer en nuestra identidad de hijos de Dios, hermanos de todos y señores de las cosas que nos puso a disposición para nuestro bien.
“Al pueblo quejoso de su libertad accidentada y en camino, Dios lo invita a seguir andando, a comer cada día de su Providencia, a no acaparar ni guardar porque de su mano nunca les faltará el pan, la paz y la libertad. En ese “seguir andando” del pueblo que camina en el desierto, hay una llamada a caminar según su ley, su proyecto de vida y amor”, concluyó Colombo.