A partir del 2015, desde su surgimiento, Ni Una Menos se presentó como una alternativa frente a una justicia ausente, para actuar en defensa de las mujeres. “Comenzamos a ver que entre nosotras podemos cuidarnos y acompañarnos; no venimos a reemplazar las funciones del Estado, pero sí estamos con la fuerza y la organización para ayudarnos”, comentó a Radio la Red Carolina Goycochea, militante activa del movimiento.
En aquel año, tras el brutal asesinato de Chiara Páez, una adolescente embarazada de 14 años, miles de mujeres salieron a la calle a reclamar justicia al grito de Ni una menos. A partir de ese entonces se consolidó el movimiento en todo el país, y se comienza a verbalizar la violencia hacía las mujeres, cobrando la importancia que el tema demanda.
Ni Una Menos es una agrupación conformada por distintas mujeres, cuyo principal objetivo es contener a víctimas de violencia machista. Carolina Goycochea explicó que aquellas que van a acudir a la agrupación generalmente son mujeres que no recibieron respuesta en ningún organismo del Estado o no fueron escuchadas, entonces necesitan buscar ayudar en otras puertas o ámbitos.
Una de las principales acciones que realiza el movimiento es acompañar a las victimas a que puedan efectuar sus denuncias y que sean receptadas como corresponde. En las comisarías de nuestro país es muy difícil que las denuncias por violencia sean tomadas como corresponde. En este sentido, la activista contaba que muchas mujeres son desoídas cuando solicitar auxilio.
“Cuando sabemos de mujeres que tienen que ir a denunciar para solicitar asistencia inmediata solemos acompañarlas a la comisaria para exigir que se las escuche como corresponde, y controlar que se cumplan todos los protocolos frente a un hecho de violencia”, explicó la militante.
Otra de las dificultades que tienen las mujeres a la hora de denunciar a sus agresores es el costado económico. “Un proceso judicial conlleva mucho dinero en representación legal y abogados. Y es dinero que las victimas no suelen tener”, mencionó Carolina, y añadió también que el simple hecho de que en la comisaria pidan $70 de una estampita para poder realizar una denuncia implica un gasto que quizás la mujer no puede solventar, transformándose en una traba a la hora de pedir ser escuchadas.
Las mujeres del movimiento saben que no están para reemplazar las funciones del Estado, pero sí para ser una alternativa frente a políticas públicas que no llegan a cumplir con las demandas que existen: “Los gobiernos de Fernández y Quíntela no destinan el presupuesto necesario para combatir las problemáticas de las mujeres. La Secretaria de la Mujer y Diversidad debería ser un Ministerio, pero ni siquiera tiene presupuesto propio y depende de otros organismos”, expresó la activista.
En cuanto a sus espacios de contención, las mujeres pueden comunicarse con el Movimiento a través de su página web o redes sociales, y solicitar contención o asesoramiento. “Las mujeres que llegan a pedirnos ayuda no tienen sus derechos garantizados. Son victimas de todo tipo de violencias: física, psicológica, institucional, económica. Durante toda su existencia han creído que lo que les pasaba era normal”, relató de forma desgarradora Carolina, haciendo hincapié en la urgencia de sus demandas, “Cuando viene esa mujer a solicitarnos ayuda, sabemos que no tenemos todas las herramientas para solucionar sus problemas, pero somos el primer contacto para decirle que no está sola. Estamos nosotras las mujeres, organizadas y en la calle, y estamos acá para darnos una mano”.
Si conoces o sospechas de alguna mujer que sufre violencia de género, comunícate con Ni Una Menos a través de: http://niunamenos.org.ar/