En 1974, Jorge Gessaga, conocido por sus compañeros como Quebracho, fue privado de su libertad durante 9 años. Vivía en el partido de Lanús, Provincia de Buenos Aires, cuando los militares lo detuvieron.
Su detención ocurrió 2 años antes de aquel Golpe de Estado de 1976 y, en palabras de él, fue lo que lo salvó de un posible asesinato. Hoy, después de 46 años, Radio la Red dialogó con él sobre aquella época oscura para el país.
-¿Podrías presentarte y contar en pocas palabras quién sos?
-Me llamo Jorge Gessaga. Mis compañeros y compañeras me conocen como Quebracho, es el apodo que me pusieron.
Me considero un militante popular. Actualmente participo en una Agrupación llamada Domingo Menna, donde sostenemos una ola popular desde hace dos años, que surgió como una necesidad de los vecinos del partido de Lanús (Provincia de Buenos Aires) ante la Pandemia del Covid-19.
Empezamos tímidamente una vez por semana y a los 10 días estábamos trabajando todos los días, de lunes a lunes sirviendo la merienda y la cena a una cantidad importante de gente.
-¿Por qué lo apodaron Quebracho?
-No es por nada heroico (comentó riéndose) En esa época yo estaba detenido en la Cárcel de Magdalena, que es un penal militar, y me hice fama de cabeza dura. Ahí me empezaron a decir “vos sos un Quebracho”, y me quedó. No hay manera de sacarse los sobrenombres. Cuando te bautizan, chau.
-¿Qué lugar ocupa en tú vida la militancia?
-No te podría dar un porcentaje, pero desde siempre ocupó un lugar muy importante. Empecé a militar de joven. A los 17 años arranqué a laburar en una fábrica mientras estudiaba el secundario, y ahí me empezó a inquietar situaciones que tienen que ver con la injusticia, tratábamos de resolver colectivamente los problemas que teníamos.
Terminé el secundario e ingresé a Bellas Artes. Ahí empecé a militar dentro del centro de estudiantes e inevitablemente me conecté con el partido al cual pertenecí, que es el Partido Revolucionario de los Trabajadores.
Milité en esa agrupación, en lo que fue el Ejército Revolucionario del Pueblo, y eso trajo como consecuencia que fuera detenido. Me detuvieron el 3 de diciembre de 1974, antes de la dictadura, y por ese motivo es que hoy estamos hablando. Tristemente los compañeros de mi organización después del Golpe de Estado no han sobrevivido.
En el año 1974 no estaba la estaba la dictadura, pero había instancias represivas muy fuertes como la Tripe A, y contra ellos nos enfrentábamos, y eran parte del poder del Estado.
Estuve detenido exactamente 9 años. Coincidentemente fui liberado el mismo día que fui detenido, el 3 de diciembre del año 1983. Eso fue porque ya llegaba la democracia al país y asumía Raúl Alfonsín por esos días. (El Gobierno democrático fue reestablecido el 10 de diciembre de 1983, con el nuevo presidente Raúl Alfonsín, quien dispuso a investigar los crímenes de lesa humanidad de la dictadura militar)
De allí para acá, no pudimos reconstruir lo que fue nuestro partido, y nos abocamos a generar instancias de construcción. Llevamos adelante esta idea de poder popular, de enfrentar la injusticia y al sistema corrupto. Apuntamos por esa construcción, así que por ahí pasó mi vida.
-¿Qué significa para usted La Memoria, la verdad y la justicia en nuestro país?
-Con la última dictadura militar atravesamos lo que fue- quizás- el periodo más nefasto de la historia argentina. Con las consecuencias que ya conocemos de 30.000 compañeros desaparecidos, 10.000 muertos, 10.000 presos políticos.
Supimos, a partir de ahí, hasta donde es capaz de llegar el sistema para instalar un modelo económico y financiero a nivel mundial, que lo único que hace es acumular riquezas en deterioro de los pueblos.
Creo que ese periodo no debe ser olvidado. En esta semana tratamos de instalar este debate y decir firmemente que lo que ocurrió en Argentina fue un genocidio, y decir que no vamos a olvidarlo ni perdonarlo.
-¿Por qué tuvo lugar este periodo en la historia de nuestro país?
-En ese contexto histórico, en la década del 70, la situación geopolítica era otra. El mundo estaba divido estaba en dos grandes bloques. Y los pueblos latinoamericanos veníamos luchando por la libertad muy fuertemente y brotaban movimientos revolucionarios a fuerza del ejemplo de Cuba, una pequeña isla que logró independizarse.
Esto fue imparable para los grandes intereses económicos, sumado a que en las elecciones no obtenían los resultados que esperaban, aunque manipulaban la información. Entonces acudieron a la más extrema violencia.
Quiero reconocer que mi espacio también recurrió a la violencia. Nosotros no sabíamos qué más hacer para defendernos para tener nuestra libertad. Entonces intentamos resistir construyendo desde el pueblo una organización político militar. Lo hicimos respetando los valores del pueblo.
-¿Qué recuerda del día de su detención?
-Fue horrible. Acababa de cumplir 21 años y era soldado conscripto, en ese momento había un servicio militar obligatorio y a los 20 años eras obligado a entrar al ejército.
Ese día estaba en un cuartel haciendo una guardia. Hasta el día de hoy no sé con qué canales supieron de mi participación en una organización revolucionaria, pero fui detenido dentro del cuartel donde estaba haciendo la guardia.
Durante los primeros días mi familia no pudo localizarme. No se sabía qué había pasado conmigo. Me llevaron a la policía militar, ahí me torturaron e interrogaron, provocándome algunos daños físicos que aún padezco.
De allí me trasladan al Penal Militar de Magdalena, donde estuve alojado casi 6 años de los 9 que duró mi detención.
-¿Qué recuerda de esos días de encierro?, ¿contaba con el acompañamiento de su familia?
-El encierro fue largo, El comienzo fue muy duro, en ese periodo con los militares era muy estrictos, pero tuve el acompañamiento enorme de mi familia y mi compañera que falleció hace 3 años y medio. Incluso nos casamos en la cárcel, porque era la forma que ella podía visitarme, si no éramos familiares de primer grado no podía recibir visitas.
Lo que siempre voy a recordar y valorar son los compañeros que tuve a mi alrededor. La organización que teníamos, siempre había algún compañero para sostenerte si estabas desanimado.
Lo que fue el partido dentro de la cárcel fue impresionante. Estudiábamos con tubitos de papel que enrollábamos y lo trasladábamos en la boca para pasarnos los libros. Cuando teníamos un recreo los discutíamos entre nosotros, qué habíamos entendido, qué no.
La cárcel fue una escuela. Ho Chi Minh dijo una vez que la cárcel es una escuela de revolucionarios.
-Hasta el día de hoy, ¿el Estado reconoció su detención?
-Sí, tengo que reconocer que el Estado Nacional y Provincial se hicieron cargo de estas injusticias. En su momento sacando la ley 24043 que en algún sentido validaba lo que nosotros habíamos hecho en defensa de nuestro país, con una indemnización de carácter económico para ex detenidos. Y hace años atrás hubo también un reconocimiento de darnos una pensión a los y las compañeras detenidos por razones políticas. (a través de la Ley 26913- Pensión graciable para ex detenidos)
-¿Los militares que lo encarcelaron y torturaron, pagaron su deuda?
–En la mayoría de los casos los torturadores y represores han sido convocados por la justicia. Una justicia con mucha lentitud, muchos de ellos ya murieron, otros son ancianos, y tienen su prisión domiciliaria. Pero yo creo que, por presión del pueblo y los organismos de derechos humanos, tuvo que asumir la justicia y el Estado una responsabilidad. La historia los condena.
-Después de tantos años, ¿qué sensación tiene cada 24 de marzo?
-Es una sensación de dolor. A partir de ese golpe genocida se han quedado muchos compañeros en el camino. A muchos de ellos conocí personalmente, y sé de su valor, sé que lo entregaron todo y dejaron todo por sus ideales. Y a muchos, muchísimos no los conocí. Pero estoy seguro que eran de la misma manera.
Entonces hubo toda una juventud que fue asesinada y eliminada simplemente porque necesitaban imponer un plan económico.
El sentimiento que más predomina en esta fecha es de dolor, por eso me interesa que no se vuelva a repetir.
Un brillo comenzó a inundar los ojos de Jorge, y su voz reflejaba ese sentimiento del que hablaba. El sentimiento de grito, de furia, de dolor. La historia de Quebracho es una de las tantas otras, que sirven para desnudar un periodo que como pueblo no debemos olvidar. Reafirmando la idea de Nunca más.