El periodista, docente universitario y director del «Proyecto Desconfío», Adrián Pino, asegura con preocupación que la desinformación “atenta contra la democracia”. Junto con los discursos de odio como conceptos diferenciados, pero a su vez como “dos caras de una misma moneda”, ponen en alerta a una sociedad cada vez más mediatizada.
Además, no hay que olvidar que cuando se habla de este concepto no solo se hace referencia a información errónea, sino sobre todo información que es intencionalmente falsa.
Si bien es sabido que no se trata de un problema nuevo, la digitalización y el avance del internet dieron lugar a una propagación sumamente veloz, donde pareciera que no queda siquiera tiempo de verificar la información antes de compartirla. Esparcir la desinformación está a tan solo un “click” de distancia.
El fenómeno de la infodemia
Durante la pandemia del Covid-19, cuando el desconcierto era generalizado, surgió una epidemia de información falsa que tomó proporciones mundiales. Fue justamente la Organización Mundial de la Salud (OMS) que comenzó a acuñar este término de “infodemia” para alertar sobre la desinformación en torno a las cuestiones sanitarias.
“En la pandemia lo que pasaba era que había mucha desinformación sobre un mismo tema, pero hoy hay una multiplicidad de temas en los que abunda la desinformación, como en el caso de la guerra de Ucrania”, alertó el docente. Por ello, Pino sostiene que “no hay que pensar que es una problemática que ya acabó”.
Según un informe de la consultora Voices y WIN Americas, 5 de cada 10 latinoamericanos se encuentran todos los días o casi todos los días con noticias o información no confiable o falsa, y 3 de cada 10 se topan con noticias que desinforman al menos una vez por semana. Las cifras son realmente alarmantes.
Combatir la desinformación con formación
En este contexto, Pino y su equipo se preguntan “¿qué hace el periodismo ante esto?”. A través del «Proyecto Desconfío» encabezan el enorme desafío de idear soluciones y herramientas que contribuyan a frenar el avance de las noticias falsas. Además, dedican gran parte de su tiempo a entrenar periodistas en el uso de herramientas digitales y estrategias contra la desinformación.
Si bien mucho se habla de las redes sociales y del reciente fenómeno de la Inteligencia Artificial como responsables de que esta problemática tome cada vez más dimensiones, Pino plantea ir mucho más allá, entendiéndolas también como parte necesaria de la solución. “Debemos entender a las IA y a las redes no solo como parte del problema, sino como aliados estratégicos, que nos ayuden en la búsqueda de herramientas y soluciones”, sostiene.
Como planteó el especialista en reiteradas ocasiones: “combatir la desinformación no es solo una tarea periodística más, sino parte de una batalla crucial en el espacio público”.
Resulta esencial por ende que se capacite a profesionales y futuros profesionales en la materia, entendiendo a esta infodemia como algo “horizontal y transversal” a todos los ámbitos de la comunicación.
No obstante, surge aquí otro desafío y es que, como remarca el periodista, muchas de las producciones teóricas son incipientes y, por momentos, imprecisas o insuficientes para poder comprender acabadamente este fenómeno de gran magnitud. Existe la necesidad de contar con producciones propias, ancladas en la experiencia latinoamericana, entendiendo que en cada sociedad la problemática toma sus propias características.
Aún queda mucho por comprender, aprender y afrontar. El compromiso con la profesión y con los públicos es un motor que lleva a periodistas como Pino a repensar nuevos modos de informar e informarse.
Para finalizar, adelantó que ya se encuentran trabajando en lo que será la tercera Cumbre Global sobre Desinformación 2023 junto a la Sociedad Interamericana de Prensa y la Fundación para el Periodismo.
Toda la información, además de distintos recursos contra la desinformación, puede consultarse en www.desconfio.org.