Esta técnica sirve para tratar distintos tipos de cáncer reduciendo la cantidad de quimioterapia que incide en el cuero cabelludo. Una fundación tucumana ayuda a mujeres a atravesar los procesos de quimioterapia y puedan conservar su cabello, lo cual tiene un alto valor simbólico para ellas
Un grupo de mujeres tucumanas logró crear una organización denominada El Casco Rosa con el fin de ayudar a lidiar con los efectos psicológicos provocados por el cáncer de mama o los tratamientos de quimioterapia en las mujeres con la que se busca evitar la caída del cabello sin interferir en los tratamientos oncológicos a través de una técnica denominada Cascos fríos.
Gabriela Tosi, una de las fundadoras de esta organización dialogó con La Red explicó que “el método de los cascos fríos surge en el año 2009 con una señora que se llama Paula Estrada, ella tenía cáncer de mama y sabia de la existencia de unas máquinas en los Estados Unidos que prevenía la caída del pelo a través del frio”.
“Esta mujer empezó a investigar hasta llegar a este método casero de los cascos de fríos y llegó a la conclusión que los geles que se usan para los golpes podían funcionar para el tratamiento y evitar la caída del pelo durante la quimio, ella lo usó y funcionó. En esa época no había tanta difusión ni medios para dar a conocer este método”, sumó.
En tanto recordó que “en el año 2017, a una chica llamada Milagros que es de Tucumán le diagnostican cáncer y sabia de la existencia de estas máquinas y empieza a investigar cómo podría replicar estas técnicas, y ve una nota que le hacen a Paula Estrada en donde explica el método del frio. Se ponen en contacto y Paula, le explica como armar los geles y los empieza a usar y le funciona perfectamente”.
“En febrero del 2018 me diagnostican a mi y mi hija más chica lo había comentado en la escuela, por lo que una mamá del chat de mamis, se contacta conmigo y me comenta que una amiga de ella había usado este método y le funcionó. Era Milagros su amiga, quien se contacta y me enseña a usar estos cascos”, agregó.
Asimismo, destacó que “le pregunté a mi oncólogo si lo podía usar, y me respondió que sabía de la existencia de las máquinas de Estados Unidos, pero no de los cascos pero que podía intentarlo, no perdía nada porque sabia que la existencia de las máquinas si funcionaba. Hoy esa máquina si se consigue en nuestro país en algunos centros oncológicos, pero es carísimo, pero no tiene la misma eficacia como los cascos caseros”.
Esta fundación está dedicado a todas las guerreras que se encuentran atravesando el cáncer y quieren pasarlo con pelo, reza el lema de las redes sociales del Casco Rosa. “Lo empecé a utilizar y pasé la quimioterapia y no se me caía el pelo”, recordó Tosi.
“A un paciente pasando los 15 día de quimio se le empieza a caer el pelo, yo fui pasando las sesiones y no se me cayó, por lo que mi oncólogo me empieza a pasar sus pacientes para que les enseñe la técnica. Así fue como terminamos ese año con cinco pacientes usando ese casco, que teníamos un solo juego en ese tiempo”, sumó la referente.
El inicio, un grupo de chat
“Hicimos un grupo de whatsapp para coordinar y saber dónde estaba el casco quien lo tenía, a quien le tocaba usar. A ese grupo le pusimos de nombre Casco Rosa y es así como surge todo. Íbamos a quimioterapia con los cascos y la gente nos empezó a consultar, había chicas que recién iniciaban con la quimio y empezamos a sumarlas al grupo, ellas querían estar en el chat”.
Además, argumentó que “cuando uno está con alguien que haya pasado por esa instancia es como que busca esa compañía y así se fueron sumando mujeres al grupo y llegamos a ser lo que somos hoy. En el Chat somos más de 100 chicas, los cascos aquí en Tucumán se usan entre dos mujeres, se comparte.
Somos Fundación
Sobre los logros, Tosi destacó que “hace un mes tenemos personaría jurídica y tenemos una fundación formalmente que nos va a permitir crecer y seguir ayudarnos. Se nos fue dando todo sin darnos cuenta y sin querer queriendo. La vida, Dios, o lo que sea en lo que uno crea nos fue poniendo todo en el camino y nosotras tenemos siempre ganas de hacer más cosas”.
“Nos ayudamos a sacar los turnos en algún centro, es decir que no solo estamos para trabajar por los cascos sino también para atender otras necesidades que se van presentando. No nos damos cuenta cuánto nos necesitamos. Hace cinco años que estamos y han pasado muchas chicas, a quienes hemos ayudado y otras que han colaborado”, señaló.
En tanto, aseguró que “tenemos nuestros ángeles que nos indican que vamos bien, que por acá es el camino y esos mensajes son los que nos llenan el alma y nos motiva a seguir”.
Cómo funciona el casco
Sobre los cascos, la referente explicó, son geles que se usan para los golpes y su composición son 100% gel, no contiene agua, entonces cuando se colocan en el freezer no se ponen duros y se los puede amoldar a la cabeza.
Al finalizar indicó que “son cinco geles que los pegamos con cinta de embalar y luego se coloca un casco y unos días antes de la quimio lo ponemos a congelar y el día de la quimioterapia se lo debe colocar una hora antes. Luego durante el tiempo en el que está pasando la medicación y una hora después. Por eso es importante tener un juego de cascos”.
“Si o sí hay que hacerlos desde la primera quimioterapia porque de esa manera se evita que la medicación llegue a los vasos capilares y evita la caída del cabello. Y la función básica del frio es cuando se coloca el casco congelado, los vasos capilares del cuero cabelludo se contraen y cierran”, cerró.