Al cumplirse los primeros 100 días del Gobierno Nacional, FOPEA expuso los datos de su registro de ataques a la libertad de expresión.
Según detallaron, en el tiempo que lleva la gestión nacional, 4 de cada 10 agresiones a la prensa tuvieron como protagonistas al presidente Javier Milei o a sus ministros de acuerdo a los datos del relevamiento efectuado por el Monitoreo de Libertad de Expresión de FOPEA.
La cifra resume la dinámica de la relación entre el nuevo jefe de Estado y la prensa: Milei descalifica, insulta, acusa y agrede verbalmente con asiduidad a periodistas y medios en sus discursos o en las entrevistas que brinda.
En este tiempo, la mayoría de los periodistas tuvieron acceso limitado y restringido al Poder Ejecutivo Nacional y muchos de ellos sufrieron agresiones directas que luego fueron replicadas por seguidores y militantes del Presidente, desde las redes sociales e incluso en las calles.
Un dato que agrava aún más el cuadro de situación es que es el propio Jefe de Estado quien utiliza sus cuentas en las redes sociales para multiplicar mensajes que descalifican a trabajadores de medios, en varios casos desde cuentas no verificadas que atacan de forma directa la credibilidad de las y los periodistas, lo que en definitiva, genera desinformación en la ciudadanía.
En detalle, el Monitoreo de FOPEA muestra que entre el 10 de diciembre y este martes 19 de marzo se registraron 37 casos de ataques a la prensa, de los cuales 15 tuvieron como sujeto agresor al Poder Ejecutivo Nacional. El análisis precisa también que ocho de esos 15 episodios fueron protagonizados por el propio Presidente de la Nación y dos por su vocero, Manuel Adorni.
Vale destacar que en cinco casos los responsables fueron sus ministros y/o equipos. Dos de ellos se dieron durante el armado del acto de asunción, y otros tres vinculados a los hechos de represión en las calles el 1 de febrero y 18 de marzo.
En cuanto al tipo de agresiones vinculadas al poder central, 10 se encuadran como “discurso estigmatizante” por parte de funcionarios públicos, en tanto que se vivieron dos situaciones de restricciones al acceso a la información pública y tres ataques contra la integridad de colegas, derivadas de protestas y situaciones de violencia en la vía pública.
Si bien la táctica de tratar a la prensa como antagonista no es nueva en la historia del país, sí resultan preocupantes el tono agresivo escogido por Milei y sus partidarios y la frecuencia de esos ataques. Así como FOPEA, organizaciones internacionales vinculadas a la defensa de la libertad de expresión ya han advertido que los señalamientos y los discursos de odio por parte de figuras públicas contra los periodistas suelen derivar en una escalada de agresiones personales, de intimidación y de autocensura.
Desde luego, cualquier funcionario tiene el derecho de cuestionar publicaciones periodísticas, pero siempre partiendo desde el respeto a la tarea de la prensa porque es uno de los elementos que sirven para medir la solidez de una democracia. Cuanto mayor y más frecuentes son las agresiones y descalificaciones de un gobierno, mayores son los riesgos de que se produzcan desvíos autoritarios.