Un relevamiento reciente sobre la calidad nutricional y emergencia alimentaria en barrios populares de Argentina reveló una preocupante realidad: 6 de cada 10 familias de estos barrios sufren inseguridad alimentaria severa. Este informe, elaborado por la organización Barrios de Pie, abarcó una muestra de 5.362 hogares en 19 provincias y la Ciudad de Buenos Aires, representando a un total de 21.600 personas. La Red dialogó con Gabriel Genri, responsable de la Universidad Popular de Barrios de Pie, quien explicó que el panorama en La Rioja es igual de desolador. La organización gestionaba 56 comedores en la provincia que debieron cerraron y afectan a un promedio de 30 familias por comedor.
En cuanto a la investigación, el referente explicó que la inseguridad alimentaria severa es un término definido por la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO). La FAO clasifica la inseguridad alimentaria en tres niveles: leve, moderada y severa. “La inseguridad alimentaria severa es cuando la familia directamente no cubre las necesidades nutricionales requeridas para su alimentación y se endeuda para adquirir comida”, detalló Genri.
El informe de mayo mostró que 9 de cada 10 familias en barrios populares están atravesando algún grado de inseguridad alimentaria. La inseguridad leve implica preocupación sobre la capacidad de obtener alimentos en el futuro cercano. La inseguridad moderada conlleva cambios en la dieta, recurriendo a alimentos más baratos y menos nutritivos, como carbohidratos, lo que resulta en una pérdida de proteínas y nutrientes esenciales. En el nivel más grave, la inseguridad severa, las familias no logran cubrir sus necesidades nutricionales básicas y a menudo deben endeudarse para comprar comida.
Dentro de las 21.600 personas relevadas, un alarmante dato es que el 37% son menores de edad. Además, el 80% de las familias en estos barrios han dejado de consumir carne regularmente, reduciendo su ingesta a una vez por semana o menos. Muchas familias priorizan alimentar a sus hijos, mientras los padres se conforman con tomar té en la noche.
La situación en La Rioja es particularmente grave. “Todos los comedores han cerrado”, afirmó Genri. La organización gestionaba 56 comedores en la provincia que fueron sostenidos incluso durante la pandemia gracias a la solidaridad de la gente. Sin embargo, el aumento desmesurado de los precios hizo imposible continuar recibiendo donaciones de los comerciantes locales.
“En pandemia nosotros pudimos obtener los comedores gracias a la solidaridad del pueblo riojano. Pero hoy, por ejemplo, una carnicería que generalmente antes te regalaba el hueso hoy te lo venden. Las alitas de pollo antes eran sumamente económicas ha subido el costo. El verdulero del barrio, que generalmente te hacía donaciones, hoy no puede hacerte donaciones porque está tratando de mantener vivo el único emprendimiento que tiene”, comentó.
Cada comedor solía atender a un promedio de 30 familias, lo que subraya la magnitud de la crisis. “La situación es realmente grave y desesperante”, concluyó.