
Antonio Lochbaum, estudiante de Teología y ministro extraordinario laico en la Parroquia Medalla Milagrosa y en la Capilla del Barrio Alunai, reflexionó sobre el rol de la mujer en la Iglesia. Según explicó, tras el Concilio Vaticano II, la mujer ha ido tomando cada vez más importancia y participación dentro de la vida eclesial. «La mujer es el sostén de la fe en la Iglesia, eso no se puede negar. Son ellas quienes asisten mayoritariamente a la parroquia, participan de la celebración de la misa y de las festividades», afirmó.
Esta participación se fortaleció aún más durante el papado de Francisco. Consultado sobre la situación en otras religiones, Lochbaum comentó: «En alguna que otra se da esta participación, pero es muy poca. En cambio, en la religión cristiana es donde más se ven estos cambios. En el Judaísmo y en el Islam hay participación de la mujer, pero a la distancia».
Si bien en la Iglesia Católica no se han producido avances en cuanto a la vida sacramental consagrada —es decir, el orden sagrado continúa reservado a los varones—, en los últimos tiempos el Papa Francisco abrió nuevas puertas: ahora hay mujeres que ocupan funciones de autoridad y lideran comunidades.
«No hay nada que impida que las mujeres desempeñen funciones de liderazgo en la Iglesia», sostuvo. Además, destacó que se ha abierto el acceso de las mujeres al ministerio en el primer grado del orden sagrado, como lectoras y acólitas instituidas. «La mujer dentro de la Iglesia siempre ha tenido una participación especial, y creo que cada vez será mayor. Hoy en día tenemos ministras de la Eucaristía, mujeres que ayudan en la misa y que estudian teología», añadió.
Sobre la realidad local, Lochbaum valoró el avance de la participación femenina en la Iglesia de La Rioja, así como el acercamiento de más hombres a vivir la fe de manera activa en la comunidad. «Me alegra ver que las mujeres tienen un rol más relevante en la vida comunitaria, ocupando cargos y responsabilidades en la Iglesia», expresó.
Finalmente, destacó el legado que deja el Papa Francisco: «Francisco nos ha demostrado con su vida que todos somos iguales, que no debemos tener preferencias por unos u otros, y nos enseñó el amor y el respeto hacia el prójimo, no por lo que tiene, sino por lo que es».