
La Fundación Padre Enrique Praolini, con el impulso incansable de Maritina Cubiló —miembro activa de la comisión directiva— organizó una locreada solidaria para el Día del Trabajador con el objetivo de seguir sosteniendo los proyectos que cada día alimentan cuerpo y alma en la comunidad.
«A partir de las 12hs se pueden venir a retirar. Todavía hay porciones… No hay muchas, pero si se apuran un poquito, llegan», Maritina a La Red, quien desde hace años colabora desinteresadamente con la Fundación.
Pero detrás de la venta de locro hay mucho más que una acción benéfica. Hay una historia de vida atravesada por el compromiso, la fe y el deseo profundo de construir una sociedad más justa. «Yo pertenezco a una generación de jóvenes católicos muy comprometidos. Íbamos a las sierras a trabajar con la gente durante enero. Gente de clase media y alta, con el anhelo de servir, de dar la vida por el otro», contó.
Ese mismo espíritu es el que la llevó a estudiar Sociología, a tener cuatro hijos y a soñar con una La Rioja con más oportunidades: «Yo pensaba que había que hacer una ciudad más segura, una provincia con más posibilidades, donde nuestros hijos pudieran ser más felices».
Desde la comisión directiva, Maritina sostiene uno de los objetivos fundacionales más urgentes: que los niños coman bien. «Si comen bien, tienen salud, se desarrollan, pueden aprender. Y si estudian en un ambiente donde son felices, es mucho mejor. No se trata solo de aprender, sino de educar para la felicidad».
Además, sueña con ampliar los horizontes para las mujeres del barrio. «Los hombres tienen changas en la construcción, pero las mujeres… salvo algún empleo doméstico, no tienen otras opciones. Sería hermoso poder armar algo más sólido con microemprendimientos», plantea con claridad.