
La familia de Agostina Gaitán espera justicia desde 2017. El abogado querellante Sergio Gómez denuncia abandono del sistema de salud y desidia del Función Judicial. “No damos para más”, afirmó.
«No damos para más. Esto no da para más. No aguantamos más.» La frase resuena con fuerza en la voz quebrada del abogado Sergio Gómez, querellante en la causa por la muerte de Agostina Gaitán, una joven víctima del abandono del sistema de salud público y, posteriormente, de la indiferencia del sistema judicial.
Durante una entrevista cargada de emoción, Gómez expresó la desesperación y el cansancio de quienes litigan cada día en busca de justicia real, no de gestos simbólicos. «Necesitamos un cambio verdadero, no una notita o una fotito. Un cambio profundo en la Justicia», reclamó.
La historia de Agostina se remonta a 2017, cuando su familia, humilde y sin obra social, acudió reiteradamente al sistema de salud pública. «La atendieron como si fuera la primera vez cada vez que iba. No había coordinación de datos, no había seguimiento. Una madre llevó cinco veces a su hija al hospital. ¿Y saben qué hicieron? La responsabilizaron a ella», relató con indignación el abogado.
Para Gómez, el sufrimiento de la madre de Agostina, Estela, es el reflejo de miles de personas que no encuentran respuestas ni contención en las instituciones. «Me toca sentarme en mi estudio a decirle a Estela: ‘Usted no va a recibir justicia porque la causa va a prescribir’. ¿Cómo se le explica eso a una madre?», lamentó.
Pero las críticas no se dirigieron solo al sistema de salud. Gómez también apuntó al Función Judicial: «El Tribunal Superior de Justicia nos ha faltado el respeto. Si ellos no dan el ejemplo, ¿qué podemos esperar del resto?». Pese a reconocer el trabajo de muchos jueces y empleados judiciales, exigió transparencia, eficiencia y compromiso.
La causa de Agostina, según explicó, no es una lucha partidaria ni ideológica. «No me importa si es radical, peronista o de izquierda. No me importa si es mujer u hombre. Me importa que haya justicia, que se transparente el proceso, que se nos escuche», sostuvo con firmeza.
Por su parte, Estela, la madre de Agostina, cerró la nota con un mensaje breve pero contundente: «Ruego a Dios que haya un cambio. Simplemente eso. Gracias por estar.»
La historia de Agostina Gaitán es la de muchas otras familias ignoradas por un sistema que parece responder más a tiempos burocráticos que al dolor humano. Hoy, más que nunca, su nombre se convierte en un símbolo del reclamo urgente por una Justicia que no solo diga, sino que haga.