
Handsome young man sleeping in bed at home
Una propuesta legislativa que podría parecer meramente técnica podría, en realidad, mejorar significativamente la calidad de vida de millones de argentinos. El diputado mendocino Julio Cobos presentó un proyecto de ley para modificar el huso horario oficial del país y atrasar los relojes una hora, pasando de GMT-3 a GMT-4. Detrás de esta iniciativa hay más que una cuestión de relojes: se trata de salud, productividad y bienestar.
Radio La Red dialogó con Verónica Valentinuzi, doctora en fisiología especializada en cronobiología e investigadora del CONICET en el CRILAR de Anillaco, para comprender el impacto que una modificación así tendría sobre nuestros ritmos biológicos. “El horario oficial de Argentina no coincide con la hora solar, y eso genera un desfasaje entre nuestro reloj biológico y el entorno natural. La mayor parte del país está geográficamente ubicada en el huso horario -4, no -3 como el actual. Cambiarlo sería volver a sincronizarnos con el sol”, explicó.
Valentinuzi detalló que el efecto más positivo sería sobre la salud. “La luz de la mañana es fundamental para nuestro reloj biológico. Tiene un efecto directo en el estado de alerta, el humor, la productividad y, sobre todo, en la calidad del sueño. Exponerse a la luz matinal mejora el descanso nocturno y permite consolidar mejor la memoria, reparar tejidos y fortalecer el sistema inmunológico”, afirmó.
Este ajuste, según la experta, tendría especial impacto en niños y adolescentes que comienzan la jornada escolar muy temprano: “Hoy muchos entran a clase antes de que amanezca. Con el cambio de horario, llegarían con luz solar, lo que favorecería su rendimiento y bienestar general”.
Si bien el proyecto también menciona un posible ahorro energético, Valentinuzi se concentró en los beneficios biológicos. No obstante, reconoció que no todo sería tan bien recibido: “Somos una sociedad muy nocturna, y atrasar el reloj implicaría menos luz natural por la tarde. Eso puede incomodar a quienes están acostumbrados a hacer actividades hasta tarde con luz solar”.
Pero el costo de mantener el horario actual también es alto. “Dormimos menos de lo que deberíamos, y eso se relaciona con enfermedades crónicas, bajo rendimiento, problemas emocionales e incluso riesgo cardiovascular. Dormir no es una pérdida de tiempo: es parte del funcionamiento óptimo del cuerpo”, subrayó.
El proyecto de ley aún debe ser debatido, pero los argumentos científicos están sobre la mesa. Cambiar la hora podría ser una de las decisiones más simples y efectivas para mejorar la salud pública y la calidad de vida de toda una población. Como concluyó la doctora Valentinuzi: “Nuestro cuerpo necesita ritmo, y ese ritmo lo marca el sol. Volver a alinearnos con él sería un gran paso hacia el bienestar colectivo”.