Además, el autor riojano fue sorprendido con la mención especial que obtuvo el poema con el que concursó. Las autoridades de la Secretaría de Cultura mantuvieron un encuentro con el autor, cantor y sommelier riojano que entregó un ejemplar de la Antología editada con su poesía.
El secretario de Cultura Víctor Robledo, junto al subsecretario de Artes y Gestión Cultural, Nicolás Halekett y la subsecretaria de Música y Danza Patricia Herrera conversaron con Carlos Paredes, quien agradeció por el acompañamiento a su labor y comentó acerca de los detalles de este logro.
SADE Tres de Febrero otorgó una mención especial al autor riojano Carlos Paredes por el poema “El ciclo de mi madre” con el que se presentó junto a escritores de todo el país, quedando seleccionado entre 50 finalistas.
Carlos informó que “es una convocatoria que todos los años realiza SADE con sede en Tres de Febrereo, y gracias al apoyo de la Secretaría de Cultura, pude participar del acto de entrega de la Antología, donde me enteré que había recibido una mención especial”.
Dijo que participó con un poema dedicado a su madre y añadió que la particularidad de este concurso es que pueden ser obras inéditas o editas y este es un poema que integra mi segundo libro”.
También habló de la excelencia de los integrantes del jurado. “Son todos profesores de la UBA, lingüistas, especialistas en la materia y lograr alguna distinción es siempre un aliento”.
A continuación compartimos el poema de Carlos Paredes
El ciclo de mi madre
Cuando todo duerme:
la cocina bosteza su bienvenida,
se desperezan las hornallas…
Ella echa sus primeros rezos,
un estar en el jardín y luego la fajina.
Boinas, helechos, albahaca,
con ese antojo colorido
de hortalizas soñadas.
Recién entonces, todavía de noche,
mi madre despierta el alba,
enciende el sol,
de un empujón pone a andar la vida
y comienza una nueva jornada.
Entre jaculatorias y ollas mágicas…
Aunque sobre el hambre en el mundo
o precisamente por eso,
anda curando las heridas
con un mate suave
de leche y manzanilla.
La siesta es tan sagrada como su plegaria.
Por la tarde,
reuniones, velorios, compromisos,
nacimientos, partidas.
Mas no hay vecino enfermo
que le escape a su visita.
Que un hijo que la nieta.
Que un nieto que la hija.
Que esto que aquello.
Con el cariño a flor de piel.
Con el gesto siempre atento…
La capilla, las amigas,
sigue la rutina
entre mate y manzanilla.
Por la noche,
poco antes del Amén,
inventa una nueva fuerza;
ordena la casa, apaga las estrellas.
Vuelve al cuarto, busca un lugar
junto a la memoria de mi padre,
lo abraza, le cuenta.
Hasta que por fin se entrega al descanso breve
para que todo vuelva,
en pocas horas,
a curar las heridas
entre mate y manzanilla.
Carlos Paredes