Escribe: Valentina Urus
A 189 años del asesinato de Facundo Quiroga, el tigre de los llanos, recordamos hoy porqué es una figura central del federalismo argentino.
Caudillo y gobernador riojano, Facundo Quiroga representa para la provincia de La Rioja toda la esencia federal e independiente que buscó para su territorio. Fue un político, militar y gobernador, y sobresalió como uno de los más reconocidos caudillos federalistas que marcaron a fuego buena parte de la historia argentina de la primera mitad del siglo XIX.
Nacido el 20 de marzo de 1788 en San Antonio, La Rioja, se destacó como político, militar y gobernador, desempeñando un papel crucial en la lucha por la independencia y autonomía de las provincias frente al dominio centralizado de Buenos Aires. Esto le dió una inmensa fama entre provincianos y porteños, y durante años fue criticado por su “barbarie” según el propio Sarmiento en Facundo: civilización y barbarie, quien le dedicó una mítica biografía que paradójicamente, contribuyó a consolidar la figura de Quiroga como un ícono nacional.
Si bien, su nombre durante muchos años estuvo manchado por las críticas de sus enemigos, hoy lo recordamos como la leyenda riojana que luchó por la independencia de nuestro territorio y también por las provincias vecinas. También se destacó en el campo de batalla, no solo por su destreza como soldado sino también por sus tácticas eficientes como militar. Y fue uno de los principales maestros que llevaron al Chacho Peñaloza a convertirse en otra de las figuras más importantes para la provincia.
Hoy, el Gobierno de La Rioja recuerda y conmemora su fallecimiento, como decreto de la Ley N° 10.351 que sanciona todos los 16 de febrero como feriado provincial en conmemoración por el fallecimiento del caudillo.
Su muerte es recordada por cada riojano que la escuchó siendo narrada por sus docentes en todos los niveles educativos: pues es indispensable para el pueblo conservar en la memoria su valentía y audacia, incluso en sus últimos momentos. A pesar de las advertencias de un posible ataque hacia su persona, el histórico caudillo riojano demostró una vez más su carácter temerario y dijo: “Quédese usted tranquilo, señor gobernador, no ha nacido todavía el hombre que se atreva a matar al general Quiroga”.
El 16 de febrero de 1835, en Barranca Yaco, la vida de Quiroga llegó a su fin en una emboscada orquestada por Santos Pérez y un grupo de hombres. A pesar de las advertencias de un posible ataque, el Tigre de los Llanos enfrentó a sus enemigos con valentía, pero la superioridad numérica y la traición marcaron su trágico destino. Quiroga siendo Quiroga, enfrentó a sus enemigos pero lamentablemente eran muchos: con un tiro en su ojo izquierdo y otro en su cuello fue que conoció la muerte y el pueblo riojano sufrió la partida del Tigre de los llanos.
Hoy, a casi dos siglos de su partida, la importancia de Facundo Quiroga perdura en la memoria colectiva. Su valentía, su lucha por la autonomía provincial y su legado como caudillo federalista son recordados y honrados. La Rioja, en su honor, invita a todos a visitar el Memorial Facundo Quiroga, ubicado en el Parque de las Juventudes. Este espacio ofrece una experiencia interactiva e innovadora para conocer la historia de nuestros caudillos y su legado.
El Memorial cuenta con un centro de interpretación interactivo que ofrece visitas guiadas, donde se exploran de manera disruptiva los aspectos más destacados de la vida de Quiroga y otros líderes históricos. Con 10 actividades interactivas, los visitantes pueden sumergirse en la historia y comprender mejor el contexto de aquellos tiempos.
La siguiente cita del libro El Facundo, de Sarmiento, refleja a la perfección como aun después de tantos años, el espíritu del tigre de los llanos no murió del todo y todavía perdura en la memoria argentina. Facundo aparece como inmortal, porque su imagen vive en las creencias de las personas del campo y de la ciudad. Facundo, al fin y al cabo es la civilización y la barbarie que habita en todos nosotros.
“¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para que, sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo! Tú posees el secreto: ¡revélanoslo! Diez años después de tu trágica muerte, el hombre de las ciudades y el gaucho de los llanos argentinos, al tomar diversos senderos en el desierto, decían: “¡No; no ha muerto! ¡Vive aún! ¡Él vendrá!” ¡Cierto! Facundo no ha muerto; está vivo en las tradiciones populares, en la política y revoluciones argentinas…!”