En el Día Internacional de las personas mayores nos preguntamos qué significa envejecer en una sociedad que demanda juventud y productividad, y parece ocultar la vejez.
El paso del tiempo: Ese reloj interno que nos recuerda constantemente que alcanzamos determinada edad y no logramos aquello que nos propusimos, o nos hace sentir que estamos demasiado viejos para emprender determinados propósitos. Vivimos en una sociedad donde si no sos 100% productivo, sos desechable, y en nuestra actualidad la productividad suele estar ligada a la juventud, la fuerza y la vitalidad.
Desde las series, películas y consumos culturales y publicitarios: Todo parece estar captado por cuerpos jóvenes y bellos, pero, ¿dónde están los viejos y las viejas? En el Día Internacional de las Personas Mayores, que se celebra cada primero de octubre, reflexionamos sobre qué significa envejecer en esta sociedad, y qué espacios habilitados existen para los y las adultas mayores.
La Red dialogó con Leila Moreno Castro, magíster en Ciencias Sociales y docente de la UNLaR, quien explicó que hay un valor agregado a la categoría de juventud, que hace que las personas se esfuercen constantemente para mantenerla todo lo que se pueda. Desde cremas antiedad e innumerables tratamientos para prevenir arrugas y signos del paso del tiempo: La juventud parece ser el bien más preciado que toda persona debería conservar, si quiere mantenerse acorde a los cánones que demanda la sociedad.
“Si pensamos que ese es el ideal, entonces, ¿qué es lo contrario? Envejecer. Ese lugar al que no queremos llegar”, indicó la docente, y agregó que: “Lo que se construye como envejecimiento en el imaginario social, está asociado a una etapa donde dejamos de ser valorados y observados positivamente. Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿qué es lo que no podemos hacer cuando envejecemos?, ¿qué espacios no están previstos para nosotros?”.
En este sentido, la especialista reflexiona sobre aquella ilusión que existe por sostener esa juventud todo lo que se pueda y el temor que predomina en envejecer, por todo lo que ello implica en términos sociales.
¿Qué lugar ocupan las personas mayores?
Sara Casas tiene 68 años, es riojana y pertenece a Abuelas lee-cuentos, un grupo literario conformado por mujeres que buscan trasladar el amor por la narración a las nuevas generaciones. En diálogo con La Red, confesó que nunca sintió miedo al paso del tiempo, pero como buena creyente, iba pidiendo a Dios prórrogas de su existencia: “Dame un par de años para ver crecer a los hijos, damos otro par para ver nacer a los nietos”, comentó con un tono de broma.
La mujer reconoce que al adentrarse a la tercera edad se le fueron presentando distintos desafíos, en especial con lo que respecta a lo social: “La sociedad valora todo lo bello, joven y productivo y las personas mayores pasamos a ser un estorbo. Pero no tienen en cuenta el valor que tiene alguien que ha transitado tantos años de vida y que guarda tantos saberes”, dijo.
Como muchos otros adultos mayores, la vida de Sara se puso en jaque durante los años de pandemia, en especial cuando tuvo que adaptar y migrar todas sus formas de comunicación a las nuevas tecnologías. Las cartas ya no se escribían a puño y letra, sino que navegaban a través de Whatsapp con un simple clic; los besos y abrazos se escondían en pantallas de videollamadas y la mayor parte de los consumos culturales y sociales giraban en torno a un dispositivo que, hasta entonces, era completamente ajeno para la mayoría de las personas de la tercera edad.
“Tratar de aprender a manejar el celular o la computadora fue difícil”, reconoció, y también admitió que las personas no siempre atienden bien a las preguntas o dudas que tienen: “Pasa mucho en las mismas oficinas o cuando no llegas a entender algo. A veces no tienen la paciencia de explicarte y ponerse en el lugar de uno, y si ven que no podes, te van archivando y mandando al sótano”.
Sin embargo, Sara se reconoce a sí misma como una persona con fortaleza para plantarse y convencerse a sí misma de poder lograr lo que se proponga: “Quizás no haré las cosas tan rápido como lo hace otro, pero lo hago. El ser humano puede aprender hasta el último día de su vida”.
En cuanto a sus vínculos, la señora está casada hace 42 años, sin embargo, admite que la llama de la pareja sigue intacta desde el primer día: “Tengo amigas que son viudas o casadas, pero todas guardamos la ternura y las ganas de compartir con alguien. Todo el mundo piensa que porque tenes tantos años cerraste la puerta, pero no. Es otro tipo de relación, pero los hombres y mujeres de mi edad que conozco necesitan estar con otros, somos humanos y todos necesitamos que nos miren, nos toquen, nos quieran”.
“Que nadie tenga miedo al fantasma de envejecer”, dijo para cerrar.
Personas mayores y medios: ¿Cómo retratan la vejez los consumos culturales?
Desde hace varios años los estudios de las representaciones mediáticas muestran la forma en que los medios narran o caracterizan a determinados grupos sociales, “y esas características siempre iban incorporadas de estereotipos que luego incidían en la forma de conocer y generar predisposición en el actuar de esos grupos”, explicó Leila Moreno.
Lo que podemos observar a simple vista en cuanto a los consumos mediáticos es la poca representación que existe de las personas de tercera edad: Las pantallas están inundadas por cuerpos jóvenes y esbeltos, y eso habla de un “lugar secundario que los adultos mayores tienen en las narraciones”, indicó la especialista.
Pero, ¿qué papel juegan las personas mayores en esos relatos?, ¿qué rol les toca?: “Generalmente son los abuelos o abuelas de esas historias, y son representados como personas que necesitan ayuda, que no pueden hacer cosas por sí solos. Como algo cómico o también como personas asociadas al pasado, como si el presente y el futuro no constituirá un eje de interés para sus vidas, y eso crea una representación sobre lo que significa envejecer”.
Por otro lado, si pensamos en los contenidos de ficción que hoy son protagonizados por personas que tengan más de 60 años son contados con los dedos de la mano: “¿Por qué no tenemos relatos de lo que les pasa a esa edad, con la idea de aprender, entretenerse, vivir el amor o los vínculos?”, se preguntó la comunicadora, y añadió: “Eso no se cuenta, es un tabú hablarlo como si no se esperara que ocurriera en esa etapa de la vida”.
En este sentido, la docente insiste en la necesidad de generar espacios donde las personas mayores puedan narrar sus propias historias, con sus propios intereses: “Todo proceso de comunicación comienza desde el otro al cual queremos llegar. Es conocerlo, escucharlo, permitirle que se exprese y se comunique por sí mismos. Generar espacios donde ellos mismos produzcan sus intereses, inquietudes, gustos. Que sean sujetos activos en la construcción de sus propias narraciones”.