
La muerte del papa Francisco, quien deja tras de sí un legado reformista en la Iglesia católica, generó conmoción mundial y repercusiones de toda índole. Ahora se abre una nueva etapa en el Vaticano, donde se llevarán a cabo los funerales y se elegirá a su sucesor.
La Santa Sede confirmó que el Papa falleció por un derrame cerebral durante la madrugada de este lunes. Además, se informó podrían trasladar el cuerpo del pontífice el miércoles a San Pedro para el último saludo de los fieles.
Este miércoles comenzará en el Vaticano la despedida pública al papa Francisco. Miles de fieles de todo el mundo se acercarán a la Basílica de San Pedro para participar del velatorio que se extenderá hasta el sábado 26 cuando tenga lugar el funeral oficial.
Los horarios de acceso al público que difundió el Vaticano son los siguientes:
Miércoles 23 de abril: de 11 a 24, hora de Italia
Jueves 24 de abril: de 7 a 24, hora de Italia
Viernes 25 de abril: de 7 a 19, hora de Italia
Dos guardias suizos velan día y noche el féretro del papa Francisco en la capilla de su residencia privada. A su lado, un cirio encendido y a sus pies, pocas flores y algunas personas que rezan por él, únicamente clérigos, monjas o empleados vaticanos, todos sumidos en un clima de profundo respeto.
El velatorio ha sido dispuesto en la que en sus poco más de doce años de reinado fue su residencia, pues no quiso habitar el Palacio Apostólico: la Casa Santa Marta, un sencillo y más animado edificio dentro del Estado vaticano, junto al ábside de la basílica. El féretro es de madera, simple, y ha sido instalado en su capilla privada, situada en la planta baja, tal y como él mismo quiso simplificando las que serían sus exequias.
El cuerpo del pontífice, fallecido ayer lunes con 88 años a causa de un ictus y tras meses con graves problemas respiratorios, será trasladado este miércoles a la basílica de San Pedro para su exposición ante los fieles.
Pero mientras tanto, su capilla ardiente transcurre de forma privada, reservada únicamente a miembros de la Curia, religiosas o empleados de la Santa Sede que deben mostrar su acreditación antes de cruzar las murallas del hermético Estado papal, en el centro de Roma.
Ya dentro, quienes quieran despedir al pontífice deben aguardar bajo este tórrido sol de abril a que un gendarme les permita acceder a Santa Marta, protegida por un severo protocolo de seguridad.