
La emoción desbordó la plaza 25 de Mayo este 31 de diciembre, cuando el pueblo riojano, bajo un sol ardiente y con temperaturas que alcanzaron los 32 grados, se reunió para celebrar el Tinkunaco. Esta festividad, la más representativa de la identidad y la fe riojana, es mucho más que una tradición: es un encuentro profundo con Dios, un espacio de unión, reconciliación y esperanza compartida.
Cientos de fieles acudieron a este encuentro entre las imágenes de San Nicolás y el Divino Niño Jesús Alcalde, símbolos que encarnan el compromiso de caminar juntos como pueblo, bajo la mirada amorosa de Dios. Presidiendo la ceremonia, el obispo Dante Braida estuvo acompañado de sacerdotes, laicos, religiosas, autoridades provinciales y municipales, además de legisladores nacionales y provinciales, mostrando así la comunión entre el pueblo y sus líderes en torno a la fe.
Una catequesis que invita a caminar en unidad
El padre Juan Manuel Gómez, junto a otros presentadores, guio la celebración leyendo un guion lleno de mensajes espirituales que resonaron en los corazones de los asistentes. «Este encuentro entre San Nicolás y Jesús, Divino Niño Alcalde, nos recuerda que en Cristo somos todos uno. Como pueblo riojano caminemos juntos bajo la mirada de Dios, fortaleciendo la comunión y anunciando con nuestras vidas el mensaje de paz y esperanza que nos trae el Niño de Belén,» expresaron con fervor.
En el contexto del Año Jubilar 2025, este Tinkunaco asumió un significado aún más especial, invitando a los fieles a ser «peregrinos de la esperanza», llevando la luz de Cristo a los lugares donde la fe y la paz parecen haber desaparecido.
Las tres genuflexiones: un acto de fe que transforma corazones
El momento más profundo y emotivo de la celebración fueron las tres genuflexiones. En este acto de fe, los fieles se arrodillaron ante el Divino Niño Jesús Alcalde, ofreciendo sus plegarias, lágrimas y esperanzas, mientras el calor del asfalto ardía bajo sus rodillas. Este gesto no es solo una tradición, sino una confesión viva de fe en Jesús:
- Reconociéndolo como el Hijo de Dios.
- Reconociéndolo como el Rey, dueño de la vida y la muerte.
- Reconociéndolo como el hombre nacido en Belén de la Virgen María.
En palabras del guion: «Doblamos la rodilla ante el Cristo Alcalde para confesar nuestra fe cristiana, que debe traducirse en la vida, en el compromiso y en el servicio fraterno.» Este acto profundo llevó a muchos a las lágrimas, recordando a quienes ya no están y renovando el deseo de un 2025 lleno de bendiciones.
El abrazo de la paz: sentir a Dios en el hermano
Otro momento destacado fue el saludo de la paz, en el que los abrazos entre los asistentes simbolizaron la unidad y el amor que solo puede venir de Dios. Este gesto sencillo pero poderoso permitió a muchos experimentar el consuelo y el apoyo mutuo: «Sentir el abrazo del hermano o hermana que está a mi lado es sentir el abrazo del mismo Cristo,» compartió emocionado un feligrés.
El guion añadió un mensaje alentador: «Todo lo que nos ha dividido, lo que nos ha confrontado, hoy termina, porque el Señor une nuestro corazón.»
La plaza: un reflejo de la esperanza riojana
La plaza 25 de Mayo, iluminada por los rayos del sol, fue testigo de un contraste de emociones: lágrimas de tristeza por quienes ya no están, que se transformaron en esperanza al ritmo de los cantos del coro. Los rostros de los asistentes pasaban de la melancolía a la alegría, fortalecidos por la fe que une a la comunidad.
Fuente: Diócesis La Rioja