El obispo Dante Braida enumeró una serie de problemáticas sociales y mencionó entre ellas, el consumo problemático, el narcotráfico y la crisis hídrica. Mencionó además, que la minería debe tener licencia social, no se olvidó de la pobreza y apeló a la comunidad a enfrentar los desafíos contemporáneos desde una perspectiva espiritual, solidaria y de cuidado del ambiente.
Miles de fieles participaron de la tradicional procesión, se enmarca dentro de las festividades en honor a San Nicolás, donde la fe se traduce en acción y compromiso social.
El Obispo Dante Braida, subrayó que la fe debe manifestarse en todos los ámbitos de la vida cotidiana, desde el hogar hasta el trabajo, instando a los presentes a asumir su realidad desde las enseñanzas del Evangelio. “La participación en la novena y fiesta de san Nicolás es solo un reflejo de cómo debemos vivir nuestra fe cada día”, afirmó, enfatizando la importancia de un compromiso activo en las comunidades.
Asimismo, Monseñor, destacó este miércoles, que la realidad social presenta tanto viejos como nuevos problemas que requieren atención urgente. Entre las preocupaciones más acuciantes se encuentra el creciente consumo de drogas, que afecta cada vez a niños más jóvenes. “Es imperativo crear espacios de contención y acompañamiento integral para quienes sufren esta problemática”, manifestó, enfatizando la necesidad de un enfoque que permita a las víctimas encontrar apoyo real y sostenible.
En esa misma línea, hizo hincapié en el avance del narcotráfico, el cual erosiona las instituciones democráticas y afecta la seguridad social. “Se requieren acciones contundentes y la aplicación efectiva de leyes vigentes para combatir este flagelo“, afirmó con firmeza.
En tanto, otro tema crítico abordado, fue el auge de las apuestas en línea. El obispo alertó sobre cómo los celulares se han convertido en herramientas que atrapan a muchos adolescentes en adicciones destructivas. “Las familias deben asumir su rol como educadoras y responsables del bienestar de las nuevas generaciones”, subrayó, pidiendo una intervención activa desde cada comunidad eclesiástica para implementar programas de prevención.
La crisis hídrica también ocupó un lugar relevante en su discurso. El obispo recordó que muchas comunidades sufren por la falta de acceso al agua potable y llamó a todos a un uso responsable del recurso. “Las autoridades deben trabajar junto con los ciudadanos para encontrar soluciones efectivas que aseguren el abastecimiento de agua esencial para la vida”, puntualizó.
En relación con los proyectos mineros que podrían traer desarrollo económico, pero también riesgos ambientales significativos, el obispo enfatizó la importancia de la participación ciudadana. Citó la carta encíclica “Laudato Si” del papa Francisco, resaltando que “sin una participación activa y vinculante de la ciudadanía no habrá minería sustentable”. Instó a un diálogo transparente entre todos los actores sociales para asegurar un desarrollo responsable que priorice el cuidado del ambiente.
Finalmente, concluyó su mensaje reiterando el compromiso de la Pastoral Social y otros organismos eclesiásticos por promover un desarrollo sustentable que respete “la casa común” y evite acciones que destruyan el entorno natural. La invitación es clara: cada miembro de la comunidad tiene un rol fundamental en esta misión colectiva.
El Tinkunaco no solo fue una celebración religiosa, sino también un llamado a la acción social, donde la fe se convierte en motor para abordar los desafíos que enfrenta nuestra sociedad actual.