Escribe: Valentina Urus
A varios años de estrenarse la última película de Studio Ghibli, la productora japonesa vuelve a la pantalla grande para enloquecer y sensibilizar a los espectadores con sus bellas historias que oscilan entre la inocencia y la cruel realidad. Hoy ya está en los cines El niño y la Garza.
Studio Ghibli es una productora de animación japonesa fundada por Hayao Miyazaki e Isao Takahata en 1985 y que desde entonces viene arrasando con sus películas y obras audiovisuales. Sus películas al ser animadas con la estética japonesa pueden pasar inadvertidas y erróneamente se puede llegar a pensar que son para los más chicos, pero tal es la seriedad del estudio al ahondar en diversas problemáticas humanas que se ganó el reconocimiento mundial y numerosos premios por parte de la academia.
La popularidad y el prestigio de esta productora fue capaz de superar las barreras estéticas y temáticas del anime tradicional para coronarse por su calidad artística a la hora de contar historias con un trasfondo complejo. Studio Ghibli y el cine Miyazaki se caracterizan por abordar temas como la fortaleza de las mujeres para cambiar el mundo, la historia bélica del propio Japón y la urgencia por el cuidado del medio ambiente.
Sus personajes, a menudo niños, deben enfrentar grandes retos y desafíos que los conducirán a una mayor madurez a lo largo de las historias: Kiki: entregas a domicilio, El viaje de Chihiro, Mi vecino Totoro o La tumba de las luciérnagas son claros ejemplos de estas historias que pueden parecer infantiles pero que cargan con nociones muy profundas y crudas para los personajes. La ternura de la inocencia se mezcla con las cuestiones más duras que debe atravesar todo ser humano en la vida.
Pero una de las cuestiones que hizo que la productora sea sumamente avanzada para su época y que maraville a los espectadores es su gran representación femenina, planteando heroínas en sus historias que son sumamente independientes, poderosas y decididas y que hace que se encuentren a años luz en comparación con los personajes femeninos de otras productoras. Las mujeres de Miyazaki son una oda a la convicción y a la valentía, y nos regalan una dosis de autoestima y posibilidades sin límite. La princesa Mononoke y Nausicaä del Valle del Viento son dos ejemplos de cómo la productora japonesa no teme en poner como líderes a mujeres jóvenes que no necesitan estar comprometidas con un interés romántico para encarar la historia y salvar a su gente. Sus heroínas son chicas con destreza en el combate y con la sabiduría suficiente como para comprender y aceptar su destino. Líderes, rebeldes, autodeterminadas, sabias y grandes estrategas.
En múltiples entrevistas, el director japonés destacó su interés por protagonizar sus historias con mujeres jóvenes y comentó: “Muchas de mis películas tienen poderosas protagonistas femeninas, chicas valientes que no lo piensan dos veces para pelear con todo su corazón por lo que creen. Ellas necesitarán un amigo, o un secuaz, pero nunca un salvador. Una mujer es tan capaz como cualquier hombre de ser un héroe”.
Por último, dos cuestiones muy importantes que se profundizan en la productora japonesa y que dota a sus películas de un gran humanismo son las cuestiones bélicas y el cuidado del medio ambiente.
Fue el propio Hayao Miyazaki que nació en Tokio en 1941 y creció en una patria llena de contrastes en el marco de la Segunda Guerra Mundial y la trágica experiencia de Hiroshima. Es por eso que muchas de sus películas están centradas en mostrar la violencia y el sufrimiento que vivieron los ciudadanos comunes en esos contextos de caos y hambre. Porco Rosso, La tumba de las luciérnagas o La colina de las amapolas son películas que oscilan entre la inocencia de sus personajes y la cruda realidad en la que viven.
Y por último, el cuidado del medio ambiente y las causas ecologistas hacen que la productora de Studio Ghibli pase de ser un mero entretenimiento a posicionarse como una gran influencia a la hora de crear espectadores más críticos con lo que respecta a las problemáticas sociales. En sus películas se dibuja una perspectiva del mundo humanista y compasiva cuando son los mismos personajes los que deben luchar contra la corrupción y las consecuencias de la contaminación. En Nausicaä del Valle del Viento, Mi vecino Totoro, La princesa Mononoke y Pompoko se muestran las pugnas entre el desarrollo social e industrial que promueven los seres humanos en pos de riquezas y la necesaria protección de la naturaleza y de nuestro planeta en general que alberga múltiples maravillas, tanto animales como también montañas y bosques.
El niño y la garza: una película que une todas las facetas de Studio Ghibli
El 11 de enero se estrenó en Latinoamérica “El niño y la Garza”, la nueva película del aclamado Studio Ghibli que está basada en el libro ¿Cómo vives? (En japonés Kimitachi wa Dō Ikiru ka) de Genzaburo Yoshino. El relato cuenta la historia de Mahito, un niño japonés que tras la muerte de su madre producto de la Segunda Guerra Mundial, se muda a una comunidad rural para vivir con su padre y su madrastra y que atraviesa su dolor ingresando a un mundo fantástico. Volviendo de su retiro, Miyazaki, sumerge al espectador en un sinfín de emociones como la tristeza, la felicidad o la nostalgia.
El duelo, la guerra, la introspección, la inocencia y la conexión humana son algunos de los temas profundos por los que apela el director nuevamente para consagrarse por su gran humanismo a la hora de narrar historias. En El niño y la Garza se podrá contemplar como nuestro protagonista (al igual que muchos otros de la misma productora) oscilará entre un mundo fantástico y el mundo real para afrontar sus emociones en el mítico “viaje del héroe”.
Una de las claves del éxito de la película radica en el hecho de que Miyazaki dedicó siete años al desarrollo de El niño y la Garza, proyecto iniciado en 2016. La película fue creada de manera convencional, con animación cuadro por cuadro y prescindiendo de ciertas herramientas digitales. A pesar de esta elección, el resultado no tiene nada que envidiar a las animaciones más tecnológicas, reafirmando la filosofía de Miyazaki de que “la herramienta de un animador es el lápiz”.
Todo indica que esta podría ser la última obra animada de Miyazaki. A sus 83 años, el director ha insinuado su retiro en varias ocasiones: en 1997, después del estreno de La princesa Mononoke; en 2001, tras el lanzamiento de El viaje de Chihiro, y por última vez en 2013, tras el estreno de Se levanta el viento. El futuro nos dirá qué depara y si Miyazaki tiene alguna sorpresa para sus espectadores.