
El vicepresidente de la Unión de Industrias Riojanas (UNIR), Juan Carlos Serrano, dialogó con Radio La Red y describió un panorama alarmante para el sector productivo provincial, que atraviesa caídas sostenidas en ventas, baja capacidad operativa y dificultades para pagar aguinaldos.
“Estamos cercanos al 50% de utilización de la capacidad instalada, son niveles similares a la época de pandemia”, afirmó Serrano, quien señaló que la falta de expectativas de crecimiento frena inversiones, contrataciones y nuevos turnos de producción.
Si bien la situación varía según cada empresa y sector, Serrano reconoció que todos los rubros industriales enfrentan complicaciones, especialmente los orientados al mercado interno y a la agroindustria, donde el incremento de costos y la caída de precios achican cada vez más los márgenes: “Todos los sectores están para abajo, algunos más que otros, pero no hay ninguno que esté muy arriba. El consumo interno está deprimido y, además, competimos de manera desleal con productos importados”, indicó.
Serrano destacó que la industria nacional no se opone a las importaciones, pero reclama reglas claras y condiciones equitativas. “El mismo producto hecho en Argentina se vende más barato en Chile que en el mercado interno. Eso tiene que ver con la carga impositiva, la logística, y otros costos estructurales que nos afectan”.
En ese contexto, muchas empresas recurren a estrategias como licencias anticipadas, reducción de turnos, adelanto de vacaciones o acuerdos para reducir horas de trabajo, todo con el fin de evitar despidos masivos: “Lo que uno busca es intentar recortar todo menos la gente, porque hay mucho tiempo y recursos puestos en capacitar a cada trabajador”, sostuvo.
Consultado sobre las políticas del gobierno nacional hacia el sector industrial, Serrano fue tajante: “Hoy no hay ninguna medida drástica que favorezca a la industria. El gobierno apuesta a sectores como la minería o la energía, pero ese crecimiento no alcanza para compensar la caída en el resto”.
Según explicó, muchas empresas no logran sostenerse hasta fin de año, y el efecto comienza a sentirse también en la economía indirecta: “Cada empleo que se pierde impacta en el kiosco, en la rotisería, en el proveedor de ropa de trabajo, en la estación de servicio. Todo se resiente”.
Por ahora, desde UNIR afirman que no hay indicadores que muestren una recuperación próxima y que, a pesar del esfuerzo, la sensación es que el sector se “va apagando” lentamente.