
En un clima de tensión y negociaciones, la sede histórica de Azopardo se convierte en el escenario donde el consejo directivo de la Confederación General de Trabajo (CGT) discute la fecha para un nuevo paro nacional. Mientras tanto, en Casa Rosada, el Ejecutivo se prepara para retomar el contacto con los referentes más dialoguistas del triunvirato sindical, con la esperanza de desactivar esta medida de fuerza.
El encargado de liderar esta delicada tarea es el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, conocido por su perfil moderado y su buena relación con los gremios. En este contexto, Francos deberá salir de su despacho y establecer un nuevo canal de diálogo con los líderes sindicales, buscando acercar posturas en medio de un clima laboral tenso.
Entre los dirigentes que podrían ser clave en estas negociaciones se encuentran Héctor Daer, representante del sindicato de Sanidad, y Gerardo Martínez, líder de la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA), quienes son considerados como los más abiertos a dialogar con el Gobierno.
Los dirigentes de la CGT están evaluando la posibilidad de convocar a una huelga para el 8 de abril o posponerla hasta el 10 del mismo mes, con una movilización programada para el día anterior. Sin embargo, desde Balcarce 50 se reconoce que la tarea que enfrenta Francos es compleja y que las posibilidades de convencer a la central sindical para que postergue sus planes son escasas.
“Vamos a intentar convencerlos esta semana que viene, pero no creemos que sea factible conseguir la postergación”, comentó una fuente del Gobierno a Noticias Argentinas. A pesar de estos esfuerzos, se percibe un escepticismo generalizado sobre la capacidad del Ejecutivo para doblegar la voluntad de la CGT.
Desde el entorno del presidente Javier Milei se argumenta que la convocatoria a huelga responde a un “movimiento político” forzado por las recientes protestas en favor de los jubilados en el Congreso. Un funcionario del Gobierno describió esta situación como una “sobre reacción”, sugiriendo que los líderes sindicales actuaron impulsivamente ante las circunstancias adversas.
A medida que se acerca la fecha potencial del paro, el Gobierno está decidido a utilizar todos los recursos disponibles para evitar un tercer paro general durante su gestión, después de los ya realizados el 24 de enero y el 9 de mayo del año pasado.
Además, dentro del ámbito libertario se sostiene que la firmeza mostrada por la CGT es resultado directo de las presiones generadas por episodios recientes de violencia en las inmediaciones del Congreso, donde más de 20 personas resultaron heridas, incluido el fotoperiodista Pablo Grillo.
El vocero presidencial Manuel Adorni también rechazó hoy la convocatoria a huelga, argumentando que estos paros son organizados “para defender intereses propios” y están diseñados “para dañar al Gobierno”. Con este telón de fondo, las próximas semanas se presentan cruciales para definir el rumbo del diálogo entre el Gobierno y los sindicatos.