
La miniserie ‘Adolescencia’ (Netflix) puso en debate la crianza y rol de padres y madres; el ecosistema de las redes sociales; la violencia simbólica y escolar; la construcción de las masculinidades desde un modelo hegemónico. ¿Cómo habitan las infancias y adolescencias el mundo real y virtual? ¿Cómo proteger y advertir cuando necesitan ayuda y corren riesgos? ¿Qué rol tienen las personas adultas en esta complejidad?. Son algunos de los interrogantes que surgen de esta exitosa seria y que son parte de la vida diaria.
“La mejor protección que podemos dar es recuperar nuestro rol de autoridad como padres. Es una de las cuestiones más frágiles en este momento”, responde Claudia Messing, psicóloga y presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar sobre los sistemas de crianza. “Estamos ante generaciones que son simétricas. Esto quiere decir que desde que nacen copian al adulto como si estuviese en frente de un espejo y después se confunden, se sienten iguales al adulto, creen ser adultos y entonces se ofenden, se mortifican cuando se les da indicaciones, se toman sus tiempos para todo porque confían en su criterio mucho más que en el del adulto. Se dan una serie de dificultades en la crianza. Los chicos son distintos en esta paridad psíquica”, explicó a Radio La Red, la autora de Terapia Vincular Familiar. Un nuevo abordaje de las sintomatologías actuales. (Noveduc, 2020).
Aclaró, en este sentido que “algunas de ellas son positivas y otras son muy complejas”. “Las positivas, son genios, son chicos brillantes que captan cantidad de información pero no pueden jerarquizar porque están de igual a igual con los padres, igual a igual con los profesores, igual a igual con la vida, entonces no pueden jerarquizar y todo les afecta y por eso son tan vulnerables. Entonces, la palabra del otro sí se constituye en una palabra mortífera porque no hay jerarquía”.
Frente a esta situación, la psicóloga propone recuperar la autoridades a partir de un modelo de tres tiempos que cambié el de comunicación con “estos chicos simétricos”. “Propongo un modelo de autoridad que tiene tres tiempos. El primer tiempo es donde tenemos que interpretar, decodificar, entender los sentimientos de los chicos cuando son pequeños, ponerles palabras y pedirles ayuda, hacerlos sentir valiosos, respetados, lo cual no significa hacer largos discursos explicando porque eso no sirve. Cuando la crianza es tan en espejo y cuando el espejo no les corresponde, estallan en berrinches y sollozos. Esto después continúa en la adolescencia y la intolerancia a la frustración se traslada al afuera como las redes y cuando el otro no corresponde, los jóvenes se ponen muy frágiles y se les bajan totalmente la autoestima. Entonces, lo primero es entenderlos pero desde un tono de firmeza”, explicó.
Consideró a “la firmeza como el componente fundamental para conectar con los chicos actuales” y la diferenció del autoritarismo. “La firmeza es un lugar donde el adulto se planta y dice: mi amor me doy cuenta de que te sentís muy mal porque no te salió el dibujo, porque fallaste en el golf, Te entiendo mi amor y entiendo que estés muy triste”, ejemplificó. “Cuando el chico se siente entendido se le baja esa violencia que le agarra y ahí podemos construir soluciones, pero las soluciones tienen que ir después de la comprensión de lo que le pasa”, agregó.
“En este primer tiempo apelamos a todos los todos los recursos para que los chicos se sientan validados y comprendidos. Ahora, hay un momento en que se olvidan de todos los acuerdos y viene el segundo tiempo. Hay un segundo momento en que los padres se ponen más directivos, pero como consecuencia de los actos de ellos. Este es el segundo tiempo donde la posición directiva deviene absolutamente de la consecuencia de sus actos. Entonces el chico aprende a responsabilizarse y además uno le da opciones y esto lo hace crecer, lo hace madurar y lo hace volver a confiar en los adultos”.
En el tercer tiempo propone, Messing, «un retiro amoroso» ligado a la relación con las adolescencias. «Cuando los chicos ya están en su mundo metidos para adentro, ponen esa cara tan desagradable, se dan vuelta, es imposible dialogar con ellos y se resisten a todo, uno ahí le dice: mira, yo entiendo que la esté pasando mal, no es un buen momento, pero hasta que vos no puedas respetarme y decirme buen día mamá, hasta tanto ocurra esto, yo me voy a retirar porque me tengo que preservar de esta agresión permanente. No te pido que me cuentes tus intimidades, no quiero meterme en tus cosas, lo que pido es un poco de amabilidad». Bajo esa decisión, «se retira y no significa que el dejan de hablar significa que siguen hablando, pero retiran su amorosidad natural. En ese momento, es importante que el otro, el que sea, el padre, por ejemplo, pueda tomar la posta de manejar las indicaciones con el chico. Esto funciona fantásticamente con los adolescentes de hoy, no para el (adolescente) que está aislado, pero sí para el contestatario», comento la profesional.
Aislamiento
Para Messing «no hay que permitir el aislamiento a los adolescentes». «Después de la pandemia apareció este fenómeno y es que es el adolescente se aísla internamente y toma distancia en la casa». «Se mete en su cuarto, se aísla y ahí viene la expresión problemática que no hay que permitir que suceda. El problema es el adolescente que está permanentemente metido en su cuarto, que no se comunica, que no socializa, que no hace deporte y eso es un indicador de algo que puede estar sucediendo«. Recomendó, entonces, la intervención de los padres: «tiene que acercarse y decir mi amor, yo estoy muy preocupada en este tono de firmeza y conexión emocional. Tiene que poder conmoverlo, llegarle al corazón para decirle que ese aislamiento hace mal»
«Los chicos y a los jóvenes deben sentir que hay alguien que puede acompañarlos, que tiene firmeza, porque otro de los grandes problemas en esta paridad psíquica es que se copian, pero no se internalizan (a los padres) como una figura protectora», afirmó.