<p class="MsoNormal"><span lang="ES">A un año y medio
del inicio de la pandemia y de las medidas restrictivas que tomó el Gobierno, y
cuando sus efectos sanitarios están lejos de los meses más críticos, la foto
panorámica del paso del Covid-19 por la economía y la sociedad argentina exhibe
un escenario social crítico. La recesión acentuada deterioró un tejido ya
desgastado, y dejó un tendal de 2,7 millones más de pobres y 1,3 millones más
de indigentes en el país, junto con un mercado laboral golpeado y que da menos
posibilidades de reintegrarse a quienes se cayeron del barco del empleo y,
además, con un salario que pierde contra la alta inflación.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">En la Argentina
había, hacia fines de 2019, último dato antes de la irrupción de la pandemia,
16,1 millones de pobres. Esa cifra ya había escalado desde hacía dos años
antes. El último dato de 2017, antes de que se desatara la primera de las
crisis cambiarias durante el gobierno de Mauricio Macri, mostraba una pobreza
que alcanza al 25,7% de los habitantes, unos 11,4 millones de personas.</p>
<p class="MsoNormal">Esos dos años de
crisis económica, incremento de la inflación y pérdida del poder de compra del
salario, que sumaron luego a la pandemia generaron en la Argentina entonces 7,4
millones de pobre. En solo tres años y medio.</p>
<p class="MsoNormal">“El impacto
social en los sectores más humildes fue grande y ya veníamos siendo golpeados.
La gente que no tenía laburo, cuando llegó la pandemia esa gente tuvo que
elegir entre contagiarse o morirse de hambre. Tuvo que salir a exponerse y
quizás contagiar a toda su familia también”, dice a Infobae Dina Sánchez,
miembro del Frente Popular Dario Santillán y dirigente de la Unión de
Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), que representa a los
trabajadores de la llamada economía popular.</p>
<p class="MsoNormal">Hay un universo
de personas que, ya antes de la pandemia, vivían y trabajaban en condiciones de
alta precariedad e inestabilidad, y que pasaron todo ese tiempo por fuera del
radar del Estado. Solo con el llamado para la inscripción para el Ingreso
Familiar de Emergencia (IFE) hizo salir a la superficie de los registros que
casi 9 millones de personas necesitaban asistencia para subsistir.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES">El registro que
abrió el Gobierno nacional para medir cuántas personas se ganan su salario bajo
la categoría de la economía popular, un amplio espectro de trabajadores que
están por fuera de las relaciones laborales formales y que no están inscriptos
en ningún régimen tributario y que continúa siendo una gran incógnita para el
Estado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Generalmente
trabajan por su cuenta o asociados en cooperativas en distintos rubros como
cuidados, limpieza y otros como construcción y transporte a escala barrial.
Según un relevamiento oficial, el alcance de la asistencia del Estado a ese
amplio grupo de personas es muy limitado: según datos oficiales, solo uno de
cada cinco cobra la Asignación Universal por Hijo o el nuevo plan Potenciar
Trabajo.</p>
<p class="MsoNormal">“Son unas 3
millones de personas”, asegura ante Infobae Daniel Menéndez, dirigente de
Barrios de Pie, candidato a diputado nacional por el Frente de Todos y ex
subsecretario de Políticas de Integración y Formación del Ministerio de
Desarrollo Social.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES">Ese universo,
asegura Menéndez, necesita “acceder a una forma de monotributo con medidas que
el Estado amplíe. Necesitamos reconocer a esos trabajadores para que puedan
tributar y blanquear lo que producen con una nueva figura en la que tengan un
período de gracia de no pagar. Y además avanzar en creditos no bancarios”,
afirma el dirigente social.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Dina Sánchez
coincide en que a esos sectores no les llega ninguna mejora en términos
laborales. “Son gente que se genera su propio trabajo. La economía popular
tiene mucho trabajo y hay que potenciarlo. Cuando hablamos de empleo implica
tener derechos laborales, nos falta eso a nosotros. La mayoría son jóvenes”,
apunta.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES">Un censo oficial
hecho por la cartera social había indicado ese fenómeno. La cantidad de jóvenes
que forman parte de la economía popular supera por mucho a los que consiguen un
empleo convencional registrado en el sector privado. De los poco más de 2
millones de trabajadores de la economía popular censados, dos de cada tres
tienen entre 18 y 35 años. Ese fenómenio disparó los ingresos no laborales al
comienzo de la crisis sanitaria.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Al compararlos
con los datos del empleo registrado privado, el contraste es notorio: mientras
solo el 6,7% de los jóvenes de entre 18 y 24 años tiene un trabajo en blanco,
la proporción empleada por su cuenta o colectivamente en la economía popular
asciende al 30,2 por ciento.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES">La mayor parte
(58%) trabaja de manera individual y el resto lo hace de manera conjunta ya sea
a través de organizaciones sociales, cooperativas, mutuales o emprendimientos
familiares. En este tipo de tareas predominan las mujeres con 57,1% del total.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES">Ese nuevo
panorama que se abre en el mercado laboral contrasta con el otro, el que no es
cuentapropista e implica una relación de dependencia. El sector privado
registrado no es un generador de puestos de trabajo desde hace tiempo. Durante
la pandemia se perdieron, a pesar de los decretos que prohibieron los despidos
y suspensiones, unos 130.000 trabajos privados, según el Ministerio de Trabajo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Pero incluso
entre los que tienen trabajo las condiciones de vida empeoraron durante la
pandemia. En el último año el poder de compra de los salarios continuó en caída
para los trabajadores públicos y privados en blanco y directamente se desplomó
para quienes están empleados en la economía informal.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES">El segmento que
perdió por menos diferencia frente a la inflación fueron los trabajadores
registrados del sector privado, cuyos salarios se actualizaron en el último año
a ritmo de 51,1%, por lo que quedaron 0,7 puntos porcentuales abajo de los
precios, que subieron 51,8% en ese mismo período.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Para el resto del
mercado laboral, el panorama fue peor. También entre los registrados, los
empleados públicos tuvieron una variación en sus ingresos de 47,3%, por debajo
del promedio de la economía, lo que los hace perder unos 4,5 puntos
porcentuales en relación con la suba de precios.</p>
<p class="MsoNormal">Pero el sector
más perjudicado volvió a ser el de los empleados informales: tuvieron un
incremento de solo 37,4%, por lo que siguen 14,4 puntos por detrás en la
carrera contra los precios.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES">Algunos
especialistas temen que la pandemia haya dejado en realidad un piso de pobreza
más alto que en crisis anteriores. Para Daniel Menéndez, bajada la espuma del
primer año y medio de convivencia con la pandemia, “lo que se ve es que esto
fue una guerra”, mencionó. “Hubo medidas que permitieron que el daño no fuera
mayor, pero el horizonte es muy complejo”, consideró.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES">“La diferencia
principal con otros momentos es que ya son muchos años que padecemos una
situación de crisis. Eso nos impone un desafío para el que tenemos cada vez
menos tiempo. Esa gravedad exige nuevas medidas para tener un aceptable nivel
de convivencia. Estamos en un punto muy complejo y tenemos menos margen de
acción”, advirtió el candidato a diputado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES">Para Dina
Sánchez, el problema de la pérdida de poder de compra del salario aparece como
la principal preocupación en los barrios populares. “No puede ser que comer
carne sea un lujo, que para una familia tomar la leche todos los días sea un
lujo, no puede ser que los pibes en edad laboral no puedan encontrar un empleo.
Los sueldos siempre están por abajo de la inflación. Por más esfuerzos que
hagas no te alcanza la plata. El sistema no tiene la capacidad de generar
trabajo”, concluyó.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Los economistas
ensayan una perspectiva de mediano y largo plazo para estimar cómo podría
revertirse la tendencia y evitar un nuevo núcleo duro de pobreza. Para el
economista de Cedlas y la Universidad de La Plata Leopoldo Tornarolli, recortar
hasta la mitad los indicadores de la zona del 40% en que se estableció en el
último año será necesario que la economía crezca a tasas de 6% durante una
década. Si el crecimiento se sostuviera durante 15 años, por otra parte, se
requeriría una expansión del PBI anual de 4%, calculó ante la consulta de
Infobae. El plazo y el crecimiento necesario podría ser menor si hubiera además
algunas medidas que bajen la desigualdad en la distribución del ingreso,
agregó.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES">El economista de
Unicef Sebastián Waisgrais había estimado que para poder reducir la pobreza
significativamente el país necesitaría crecer a niveles superiores al 3% anual
durante quince años, además de reducir la inflación. “Y sin contar ese factor,
desde 1870 hasta 2010 la economía creció a un ritmo promedio anual de 1,5%, es
la mitad de lo que necesitamos. Nunca construimos un crecimiento de 3% anual
más de 10 años seguidos”, mencionó.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES"><br></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES"><i>Fuente: Infobae.</i></span></p>