<p class="MsoNormal"><span lang="ES">Bajo los efectos
de la pandemia a nadie se le ocurrió pensar en un programa de 10 años para
llegar a la vacuna o para descubrir la mejor terapéutica para evitar muertes o
sufrimientos innecesarios. Menos aún se
pensó en que para poder salvaguardar la vida e integridad física de los ciudadanos,
había que preservar a rajatabla los derechos individuales a circular
libremente, a trabajar o a decidir si cumple o no con las medidas de seguridad
que se determinen como imprescindibles.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Tampoco se pensó que dictando leyes
estrictas con penas severas para los infractores sería suficiente para contener
la pandemia. Por el contrario, se apostó
mucho a la educación en buenos hábitos y prácticas preventivas que ayuden a
disminuir los riesgos de contagio y propagación. Basta recordar las campañas tan elocuentes y
comprensibles para el uso correcto de barbijo (mascarilla) o las que enseñaban
a lavarse las manos.</p>
<p class="MsoNormal">Se innovó muchísimo y se tomaron
decisiones impensables, como disponer confinamientos estrictos, o que el Estado
se haga cargo, total o parcialmente, de salarios del sector privado o que se
dispongan partidas presupuestarias impresionantes para tratar de contener la
pandemia.</p>
<p class="MsoNormal">Desde mis 36 años de experiencia en
seguridad y educación vial, seguí con muchísima atención y podríamos decir con
cierta admiración, como dirigentes políticos y funcionarios se animaban a ser
disruptivos en sus propuestas para enfrentar la pandemia, como por ejemplo a
solicitar asesoramiento multidisciplinario de expertos, previo a la toma de
decisiones, o no limitar las acciones necesarias en función de los siempre
escasos recursos públicos.</p>
<p class="MsoNormal">A esta altura de mis reflexiones, surge
nítidamente que tal vez este sea el camino que debamos empezar a diseñar para
enfrentar una pandemia que nos afecta desde hace demasiados años: la
siniestralidad vial.</p>
<p class="MsoNormal">Albert Einstein enseñaba que es una
locura hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados
diferentes, sugiriendo desde su sapiencia innegable que si buscas resultados
distintos no hagas siempre lo mismo.</p><p class="MsoNormal">Es aquí donde creo que debemos, por lo
menos, discutir muchas de los conceptos y recetas que, en materia de seguridad
vial, venimos reiterando desde hace muchos años, los cuáles incluso se han
transformado en verdaderos dogmas, que muchas veces por comodidad o
indiferencia, repetimos casi como frases sagradas.</p>
<p class="MsoNormal">Es muy cierto que la seguridad vial se
nutre de evidencias y experiencias, pero en mi humilde opinión, a esa verdad
habría que enriquecerla con una mayor amplitud para pensar en nuevos abordajes,
poniendo siempre a la persona humana el centro de las decisiones, buscando
disruptivas acciones para lograr una movilidad terrestre más humana y segura.</p>
<p class="MsoNormal">En esta búsqueda de actualizar
paradigmas, el pasado 10 de Junio, en ocasión de celebrar el día de la
Seguridad Vial en Argentina, propuse actualizar aquella premisa que venimos
repitiendo desde hace mucho años, por la cual consideramos que resulta
imprescindible que la prevención de los siniestros viales sea una cuestión de Estado, imaginando que si ello ocurre, tendremos respuestas efectivas y contundentes
para enfrentar el flagelo de la siniestralidad a causa del tránsito vehicular.</p>
<p class="MsoNormal">Pero, a juzgar por los resultados que
se vienen obteniendo en gran parte del mundo, pareciera que tal pensamiento por
sí solo no alcanza, pues en tanto tiempo dedicado a esta temática, he
comprobado dos desviaciones negativas en la forma de enfrentar la
siniestralidad vial: Por una parte, el
ciudadano común interpreta que, si el problema es del Estado, entonces que se ocupen
sus funcionarios, lo que se traduce en un escaso involucramiento comprometido
de la sociedad para acompañar las acciones que se intentan desde el
Estado. A ello se agrega, que muchas
veces los funcionarios, creen que, por ser parte del Estado, están habilitados
a resolver en soledad sin requerir enfoques interdisciplinarios que ayuden a
tomar decisiones, ni a permitir la participación de la sociedad civil en la
búsqueda de las mejores acciones para enfrentar con éxito el problema.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES">Por ello, me
pareció importante aprehender de lo hecho por la humanidad para enfrentar el
Covid 19, y buscar nuevos caminos y tal vez, un nuevo paradigma más amplio e
inclusivo, pues lograr un estándar de seguridad vial como el que se pretende,
no puede quedar limitado a la acción de un gobierno o de algunos funcionarios,
pues si bien ellos tienen herramientas, recursos y potestades, queda claro que
el tema es tan importante y complejo que merece una mirada superadora y un
abordaje que integre a la sociedad en su conjunto.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Así propuse que empecemos a considerar
que la seguridad vial constituye un activo esencial de la sociedad, es decir,
un bien valioso que sublima la vida de sus integrantes y jerarquiza la
convivencia al compartir la vía pública en ocasión de un desplazamiento por
ella.</p>
<p class="MsoNormal">Es una visión que incluye a todos y
cada uno de los ciudadanos, sean funcionarios públicos o no, integren el estado
o pertenezcan al sector privado o a las organizaciones civiles.</p>
<p class="MsoNormal">Tal como hace muchos años irrumpió la visión cero, la cual nos interpelaba al afirmar que era inmoral aceptar que
mueran personas a causa del tránsito, mi propuesta apunta a lograr un
compromiso para que todos y cada uno de los habitantes del mundo, comencemos a
trabajar para lograr que la seguridad vial sea un activo social, en el que
debemos creer y fundamentalmente, defender.</p>
<p class="MsoNormal">Ello no significa eliminar el objetivo
que la seguridad vial sea una cuestión de estado, todo lo contrario, sus
funcionarios deberán ser los que estimulen con sus acciones y decisiones la
irrupción de este nuevo activo social, que se traducirá en seguir legislando
para tener un derecho de circulación adecuado a los nuevos tiempos, con
normativas claras, sencillas y amigables con el ciudadano; brindar una
infraestructura vial segura e indulgente con los errores humanos que pueden
cometer los distintos usuarios del tránsito y gestionar una movilidad
sustentable que priorice siempre la vida humana sobre cualquier otro valor o
riesgo.</p>
<p class="MsoNormal">Si logramos que la sociedad comprenda que
tenemos un nuevo activo esencial que debemos cuidar entre todos, se podrá, en
un tiempo no muy lejano, disfrutar de su rentabilidad (mejora en los
desplazamientos y disminución del dolor de los siniestros viales) que todo bien
valioso dispensa a sus titulares.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES"> </span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES">Horacio Botta Bernaus:
Abogado, especializado en derecho de tránsito, seguridad y educación vial </span></p>