Al error de anticipar las elecciones para no hacerlas conjuntamente con las nacionales en razón de mezquinos intereses políticos, se suma este desatino de hacerlas coincidir con una celebración tan cara a los sentimientos religiosos y tradicionales del pueblo riojano, que significa lo mismo que desmerecerla y restarle importancia.
Los miles de riojanos afectados todo el día a las tareas comiciales, se verán privados de venerar a nuestro santo patrono, mientras que a los promesantes y devotos del interior de la Provincia se los someterá innecesariamente a la disyuntiva entre cumplir con el deber cívico de votar en su lugar de residencia o de asistir a esta tradicional y emotiva ceremonia religiosa.
Esta decisión parece aún más criticable si, como se ha dicho por voceros oficialistas, la fijación de esa fecha habría sido motivada por la intención de brindar a la Presidenta de la Nación un triunfo del kirchnerismo en La Rioja, para contrarrestar la segura derrota que sufrirá en las elecciones a realizarse en la Ciudad de Buenos ese mismo día, pero que había sido determinada con mucha anterioridad a la resolución del Gobierno provincial.
El Señor Gobernador deberá evaluar si para darle una eventual alegría a la Presidenta tendrá que hacerlo a costa de herir los sentimientos del pueblo riojano y su devoción por nuestro Santo Patrono.
Eduardo Menem