
El delegado de FONIVA, Gustavo Castro, advirtió sobre el impacto en La Rioja tras la quiebra de la sede central de la empresa textil en Buenos Aires.
La reciente confirmación judicial de la quiebra de la empresa Textilcom en su sede central de Buenos Aires encendió las alarmas en distintas provincias del país donde también había sede, como en La Rioja, donde 140 trabajadores se ven afectados por el cierre definitivo de la planta local. La decisión judicial pone fin a los intentos de la empresa por convertir el proceso en un concurso preventivo de acreedores y habilita el inicio del proceso de liquidación de activos bajo la administración de un síndico.
La firma tiene su sede principal en Villa Soldati, Buenos Aires, y abrió filiales en las provincias con el apoyo de los gobiernos nacional y locales. En las tres plantas producía indumentaria para grandes marcas, como Grisino, Cristóbal Colón y Cheeky.
Gustavo Castro, delegado de la Federación Obrera Nacional de la Industria del Vestido y Afines (FONIVA), expresó su preocupación en declaraciones con La Red: “Antes de ayer nos enteramos de la certificación del período de la quiebra. La empresa había hecho una maniobra para tratar de convertirla en un concurso, pero la jueza no dio lugar y ratificó la quiebra”.
Castro explicó que, tras negociaciones previas, se habían alcanzado acuerdos de pago de indemnizaciones con casi la totalidad de los trabajadores afectados. Estos pagos, que debían realizarse semanalmente desde febrero, comenzaron a interrumpirse sin explicación clara, lo que generó sospechas sobre la solvencia de la empresa. Finalmente, Textilcom cerró nuevamente sus puertas.
“Vamos a tener que ir a ponernos en la fila de la quiebra para tratar de que estos trabajadores cobren algo de la indemnización que correspondía. Es una situación que no la teníamos prevista, pero que era previsible por el actuar de este empresario”, señaló el dirigente gremial.
Castro también fue crítico con la responsabilidad empresarial: “Este empresario va a seguir caminando, va a tener su vida totalmente normal, como corresponde, no le va a pasar nada. Y todo el peso cae sobre los trabajadores que tenían en su planta”, dijo en relación a Carlos Villarino. Según afirmó, el dueño de Textilcom ya tenía antecedentes de incumplimientos: “No pagaba cargas sociales, no pagaba a la AFIP, no pagaba juicios laborales. Esto viene de años”.
El impacto es nacional: mientras en Buenos Aires hay 250 trabajadores afectados, La Rioja y Catamarca registran 140 damnificados cada una. La incertidumbre crece en estas provincias, donde las posibilidades laborales dentro del rubro textil son limitadas.