A fines de mayo de 2015, el asesinato de Chiara Pérez, una adolescente de 14 años en manos de su novio Manuel Mansilla terminó de darle forma definitiva al hartazgo, a la bronca y al dolor por las víctimas de femicidio. “Nos están matando”, escribió en su Twitter la periodista Marcela Ojeda quien junto a otras trabajadoras de prensa fueron las que dieron origen y forma a aquella inolvidable marcha multitudinaria contra la violencia machista: Ni Una Menos.
EL 3 de junio de 2015, las calles de todo el país se colmaron de proclamas. Fue un punto de encuentro de víctimas de violencia de género que por primera vez y en compañía de otras mujeres no sólo se identificaban como tales sino que también descubrían que no eran las únicas.
Desde aquel día hasta ahora, cambiaron muchas cosas y las conquistas del movimiento feminista, trans y travesti fueron muchas. ¿Falta? Muchísimo más. Este aniversario de Ni Una Menos no tendrá el reclamo por el aborto legal, seguro y gratuito que gracias a la lucha colectiva, en diciembre se convirtió en derecho. Sin embargo, en este año el documento contempla el pedido por un acceso e implementación real de la ley de interrupción voluntaria del embarazo.
Aquel 3 de junio fue un punto de inflexión en la sociedad que hoy, aún a regañadientes, comienza a revisar y a cuestionarse comportamientos patriarcales totalmente afianzados, es en abstracto lo más importante a trabajar.
La vida en pandemia
Cada 35 horas se cometió un femicidio directo durante 2020. Ese es el cálculo que realizó el Registro Nacional de Femicidios, una de las consignas principales de aquella del 3 de junio, una tarea que realiza hoy la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia.
Según ese informe, que toma los femicidios de enero a diciembre de 2020, fueron 245 las víctimas directas de femicidios en 2020, entre ellas 6 víctimas de travesticidio/transfemicidio. El registro determinó que la tasa de víctimas directas de femicidio cada 100.000 mujeres el año pasado fue 1,09 y que la evolución de la distribución de femicidios directos se mantiene relativamente estable entre 2017 a 2020.
Según la estadística, siete provincias tuvieron una tasa de femicidios mayor que el promedio nacional: Jujuy, Tucumán, Chaco, Salta, Misiones, Santa Fe y Corrientes.
Entre los datos importantes fue que, durante abril, en el mes en que las restricciones por la situación sanitaria eran más severas, fue cuando sucedió el pico de femicidios. También aporta que la mayoría de esos asesinatos se produjeron durante el domingo y madrugada del lunes.
En 2021, la cifra ya no oficial, sino la que realizan los observatorios feministas no ha cambiado. En lo que va del año, de acuerdo al Observatorio Adriana Zambrano de la Casa Encuentro, de enero a mayo 115 femicidios directos y vinculados y 6 transfemicidios, en un 63 fueron asesinadas en sus hogares, y en un 58% por parejas o exparejas.
Por su parte, desde la Fundación de Estudios e Investigación por las Mujeres recuerdan el 3 de junio con una gran preocupación: de acuerdo al Registro Nacional de Femicidios, son 24 las niñas y adolescentes víctimas de femicidios ocurridos en la Argentina entre enero y diciembre de 2020, lo que representa casi el 10 por ciento del total.
Según el observatorio Mumalá, ya son 7 las menores de 18 años asesinadas en femicidios en lo que va de 2021. En la mayoría de los casos, los femicidas son hombres mayores que ellas pertenecientes al entorno familiar.
“Muchas de estas niñas son asesinadas por sus parejas o ex parejas, con quienes conviven. Estas convivencias, forzadas o no elegidas en general por ellas, están naturalizadas y se las considera algo normal. Pero es una forma de violencia contra las niñas que no se visibiliza en nuestro país”, analiza el documento difundido por FEIM. “El femicidio es el último paso de una escalada de violencia que comienza con abusos, violencia física y psicológica, control en las redes sociales y en la vida social. Esos abusos atentan contra los derechos de las niñas y adolescentes a la salud, la educación y a una vida plena”, agrega.
El aislamiento por Covid-19 agravó la violencia que deriva en femicidios, que obliga a niñas y adolescentes a convivir con sus agresores, y muchas veces, a embarazos forzados y no intencionales. Desde FEIM, este #3J denuncian “que las niñas asesinadas por sus parejas con las que conviven por mandato familiar o social, es algo que no aceptamos más. Las niñas son sujetos de derecho que deben poder decidir sobre sus vidas y su futuro. El #3J salimos de nuevo a decir ‘No más Niñas asesinadas por sus parejas’”.