Recientemente la actriz Mónica Farro fue noticia junto a su pareja cuando contaron en un programa nacional que tienen sexo tres veces por día, y que muchas veces lo “hacen” mientras ella está dormida: “Generalmente lo hacemos más por él que por mí”, dijo la vedette cuando el conductor le preguntó la intensidad de los actos sexuales.
Sus dichos pasaron desapercibidos en el programa, y los portales de noticias titularon al hecho con frases como: “Monica Farro ventiló detalles de su vida íntima”, banalizando la situación y restando la discusión que amerita: ¿Qué pasa cuando no hay consentimiento en el sexo y se ejerce presión sexual?
En los últimos años, con los avances de los movimientos feministas, las relaciones y las prácticas sexuales comenzaron a discutirse, y en esos debates se puso sobre la mesa el consentimiento.
Si googleamos la palabra, nos encontramos con que consentir significa la expresión por la cual una persona permite o acepta algo, pero, ¿cómo se traduce esto en el sexo? La sexóloga clínica y educativa, Analía Pereyra, dialogó con La Red y explicó que el consentimiento sirve para poner en diálogo la expresión de una sexualidad libre y placentera.
Dentro de las parejas, sean eventuales o consolidadas, suele darse una presión en cuanto al sexo: ‘Somos novios, es evidente que podemos tener sexo cuando y como quiera’. Este preconcepto no es acertado: “Estar en una relación de pareja o en un matrimonio no significa que la persona esté obligada a tener un encuentro sexual cuando el otro manifiesta un deseo. Dentro de las parejas se deben establecer acuerdos y respetar los deseos del otro”, explicó la profesional.
En este sentido, la licenciada sostiene que estas creencias tienen que ver con la educación que recibimos en torno a lo que significa el amor romántico, donde se supone que si mi pareja no tiene ganas de tener un encuentro con nosotros, indica que ya no nos desea, quiere a otra persona o simplemente no nos quiere: “Esto no es así, los tiempos de cada persona son propios y particulares y están influenciados por muchas cosas”, analizó.
¿Cómo practicar el consentimiento?
Para recapitular, “cuando hablamos de consentimiento hablamos de la capacidad de decir sí quiero estar en un encuentro sexual o no quiero”, definió la sexóloga.
El diálogo y la comunicación son las herramientas más acertadas para todo acto sexual respetuoso y consentido: “Está bueno que entre la pareja comencemos a dialogar sobre cómo respetamos nuestros tiempos y momentos, y encontrarnos en el deseo de ambos”, sugirió.
En este sentido, Pereyra sugirió comenzar a practicar lo que en sexologia se conoce como diálogos asertivos: ‘Me gustó cuando hicimos esto’, ‘me gustaría que experimentemos esto’, ‘no sentí comodidad cuando sucedió esta práctica’.
También, recomendó que se eliminen los supuestos y nunca dar por sentado nada, utilizando a las preguntas como principales aliadas: ‘¿Sentís comodidad?’, ‘¿Avanzamos?’, ‘¿Te gusta esto?, ‘¿Más suave?’.
Finalmente, la sexóloga recomendó estar atentos a la corporalidad de la otra persona: “Muchas y muchos no se animan a decir verbalmente si están incómodos, pero están con gestos rígidos, y a través de ahí también se manifiesta la disconformidad”
“Debemos ser receptivos con la otra persona, si vemos que está rígido como una tabla, evidentemente no está queriendo, es necesario poder empatizar en la comunicación”, indicó.
El consentimiento nunca debe darse por sentado, más allá de la persona o el lugar donde te encuentres, es importante saber que siempre podes decir que no.
“Todo esto quizás suena como mucho, pero si lo englobamos con el mirar a la otra persona y registrarla, nada más que eso. Registrar cómo está, si está con ganas o si comparte mi mismo deseo. A partir de eso se va estableciendo el camino de poder disfrutar juntos de la práctica sexual”, finalizó la especialista.