El Papa Francisco se refirió a las elecciones generales en Argentina y dirigió su palabra hacia los más jóvenes en la previa del 22 de octubre: “Todos fuimos jóvenes sin experiencia y a veces los chicos y las chicas se aferran a milagros, a mesías”.
Sin nombrarlo, el sumo pontífice apuntó indirectamente al candidato presidencial de La Libertad Avanza, Javier Milei: “Todos fuimos jóvenes sin experiencia y a veces los chicos y las chicas se aferran a milagros, a mesías, a que las cosas se resuelven de manera mesiánica. El Mesías es uno solo que nos salvó a todos. Los demás son todos payasos de mesianismo”.
El libertario sumó un capítulo más en su cruzada con el Papa Francisco: un mes atrás, desde la iglesia expresaron el descontento puertas adentro con los comentarios del candidato presidencial de La Libertad Avanza, quien en una entrevista con el estadounidense Tucker Carlson acusó al Papa de “estar del lado de dictaduras sangrientas” y tener “afinidad con comunistas asesinos”.
“A veces cuando me escuchan decir las cosas que escribí en las encíclicas sociales, dicen que el Papa es comunista. No es así. El Papa agarra el Evangelio y dice lo que dice el Evangelio”, contestó el sumo pontífice en su nueva entrevista.
El Papa, además, hizo referencia, en declaraciones con Télam, a la historia del Flautista de Hamelin y señaló que “las grandes dictaduras nacen de una flauta, de una ilusión, de un encanto del momento: “Yo le tengo mucho miedo a los flautistas de Hamelin porque son encantadores. Si fueran de serpientes los dejaría, pero son encantadores de gente… y las terminan ahogando. Gente que se cree que de la crisis se sale bailando al son de la flauta, con redentores hechos de un día para el otro”.
Cuando fue consultado sobre los derechos laborales y las legislaciones al respecto, Francisco señaló que “cuando un trabajador no tiene derechos o se lo contrata por poco tiempo para ir cambiándolos y no pagar aportes, se lo convierte en esclavo y uno se transforma en verdugo. Verdugo no es solamente aquel que mata a una persona, sino también el que explota a una persona. Tenemos que tener conciencia de esto”.
“Cuando algo es acelerado me causa preocupación, porque no tiene tiempo de asentarse. Cuando los cambios vienen acelerados, no tienen tiempo suficiente los mecanismos de asimilación, terminamos siendo esclavos. Y es tan peligroso ser esclavo de una persona o un trabajo, como ser esclavo de una cultura”, agregó.
Fuente: Ámbito