Reflejan bronca los gestos en las caras de las mujeres que desfilan bajo control de proxenetasen los prostíbulos. El ambiente donde desarrollan su juventud es asqueroso: cocaína, paco, olores nauseabundos, adictos, vagabundos, transeúntes que las explotan sexualmente y delincuentes violentos. En el bajo mundo porteño, por las entrañas de Once y Congreso, los integrantes de las mafias trabajan a cara descubierta en domicilios que fueron investigados reiteradas veces, e incluso allanados.
En diálogo con este medio, consultado sobre la zona de Once, un investigador calificado de Comodoro Py definió como "terrible y caótica" la esencia de la coyuntura en dos puntos relacionados a la inseguridad: tráfico sexual y expansión de bandas narco.
Lo ratificaron, también, miembros de la asociación civil La Alameda: "El escenario es de mafiosidad". Por otro lado, un fiscal confirmó estar recibiendo información sobre enfrentamientos entre bandas de ciudadanos dominicanos. Las más recientes, sobre el asfalto de Constitución.Aquí, cabe destacar que la presencia de personas centroamericanas también es claramente perceptible en los antros de explotación alrededor de la plaza Miserere y la estación cabecera del Ferrocarril Sarmiento.
Sin embargo, las peores condiciones para las mujeres prostituidas no están en la principal ciudad del país. Marcelo Colombo, titular de la Procuraduría contra la Trata y la Explotación, dijoesta semana: "En las provincias, las whiskerías están apartadas de las localidades y la condición de vulnerabilidad es aún mayor. Una mujer que es extranjera, explotada en la ruta, si en algún momento puede llegar a escapar o salir, no sabe ni siquiera dónde está".
Germán Díaz, abogado e investigador de la Fundación María de los Ángeles, creada por Susana Trimarco, explicó: "La trata de personas existe por la complicidad de corruptos en la Justicia, las fuerzas de seguridad y algunos sectores políticos. La connivencia mafiosa facilita el accionar de las organizaciones".
En esta nota, tres casos concretos que sirven como esquema para comprender el simple pero corrupto entramado que permite a grupos de delincuentes producir ganancias a través de la explotación sexual de mujeres, muchas de ellas nacidas en pobreza o marginalidad.
El primer caso: una vivienda ubicada sobre la misma cuadra de la Asociación Escuela Cangallo, un colegio fundado en 1898. Está en la calle Teniente General Juan Domingo Perón, altura 2321. Hasta la última intervención judicial, la casa de puerta marrón era manejada por Sandra Carina Rodríguez, acusada de comerciar y generar ganancias monetarias con los cuerpos de tres mujeres, según el juez Ariel Lijo explica en un procesamiento el 5 de junio de 2014. Al cierre de esta crónica, mientras la mujer espera su juicio, el prostíbulo sigue funcionando.
Rodríguez regenteaba el tugurio y tenía registrados 50 teléfonos a su nombre. El lugar fue clausurado el 26 de octubre de 2013. Infobae corroboró la presencia de más de cinco mujeres, en distintos días y horarios, cuando el sitio debería estar cerrado. La continuidad en esa casona podría significar que la mujer enjuiciada era apenas un peón de la banda.Actualmente, las tarifas para utilizar como objeto a las personas allí explotadas superan los $100 pesos.
El juez aportó un dato clave al revelar que posee denuncias sobre protección de la Comisaría 5° para los presuntos tratantes. Lijo escribió en el documento que las víctimas hablaron sobre la connivencia, pero admite que no se pudo identificar a los agentes federales involucrados.
Fuente: Infobae