Ya pasó un año. El 25 de noviembre 2020, la muerte Diego
Armando Maradona paralizó al mundo entero. Tan rápido pasó el tiempo que el
dolor por su ausencia se siente como si hubiese sido ayer entre sus fanáticos,
ex compañeros, amigos, familiares y allegados. Sus vivencias aún están frescas
en la mente de sus seres queridos, los homenajes en los estadios de fútbol se
multiplican.
Una vez difundida la noticia y luego de lo que fue su
velatorio público y masivo en la Casa Rosada, fueron innumerables las veces que
se repasó la vida del astro nacido en Villa Fiorito, sus logros deportivos o
los tributos hechos en su honor, pero sin dudas de lo que más se habló fue de
sus últimos días de vida. Testimonios, hechos y especulaciones fueron
develándose poco a poco y causaron estupor por el impensado contexto en el que
se dio su adiós.
Todavía quedan por resolverse varias cuestiones meramente
fácticas que dejó el fallecimiento de Pelusa, como las causas judiciales en
curso y la herencia, pero hay otras, más abstractas, puertas adentro de la
intimidad. Por ejemplo, en qué condiciones socio-afectivas se fue Maradona.
¿Murió solo, como se dice? Y si fue así, ¿qué tan solitarios fueron sus últimos
días?
De esta manera, “Las últimas horas de Maradona” es un
documental producido por Infobae con la intención de reconstruir – o acercarse
lo más posible- el final de la vida de Diego, desde su cumpleaños, pasando por
la internación en la Clínica de Olivos y su operación por un hematoma subdural,
hasta su mudanza definitiva al Barrio San Andrés de Tigre. Quiénes acompañaron
-o no- a Diego en sus últimos días, de qué manera los transitó, qué personas
pudieron brindarle cariño y cómo fueron sus últimas charlas con él.
Es así que Lalo y Rita Maradona -dos de sus hermanos-,
Héctor Enrique y Mariano Israelit -como amigos-, Verónica Ojeda -su ex pareja-,
Matías Morla -su apoderado-, y Gabriel Pellegrino -presidente de Gimnasia de La
Plata- brindaron sus testimonios, cada uno desde su punto de vista y su lugar,
de lo que fueron viendo, sintiendo y actuando en el recorrido de Maradona hasta
su trágico final. Todos con dos puntos en común, tan claros como
contradictorios: su ánimo y salud fueron en declive, pero al mismo tiempo nadie
vio venir el doloroso epílogo.
Absolutamente todos coinciden en que un punto de inflexión
en la salud física y mental del entonces DT del Lobo fue el aislamiento
obligatorio decretado el 19 de marzo del año pasado por el gobierno nacional
ante la pandemia de coronavirus. Sin la posibilidad de recibir las visitas de
sus seres queridos, sumado a la falta de fútbol, fue el comienzo de una
pendiente que se hizo cada vez más abrupta. “Hay que tener en cuenta que para
Diego el mejor perfume es el olor del pasto y estaba privado de eso, se le
habrá hecho muy pero muy difícil”, resaltó Enrique.
“Se le negaban todos los mensajes. No sé qué mal se le podía
hacer a Maradona yéndolo a ver, comer un asado y hablar de los momentos lindos
y no tan lindos que tuvimos”, contó el Negro sobre las veces que intentó
contactar por celular a ex compañero, con quien levantaron juntos la Copa del
Mundo en México 86. Algo que, hasta hoy, repiten todos los miembros de aquel
plantel dirigido por Carlos Salvador Bilardo: la imposibilidad de hablar o ver
a su capitán.
Quizás el primer aviso de lo que ocurriría con Diego se dio
el 30 de octubre, día en que celebró su cumpleaños número 60 en la cancha de
Gimnasia. Previo al partido del Tripero frente a Patronato, las transmisión
prometía una fiesta con Diego como protagonista. Incluso asistieron Cladio
Tapia y Marcelo Tinelli, ambos en carácter de presidente de la AFA y de la Liga
Profesional de Fútbol respectivamente. Pero lejos estuvo de ser un festejo
ameno, dado que la imagen que dio el entrenador fue triste para los fanáticos
que estaban del otro lado de la pantalla, imposibilitados de asistir por las
restricciones gubernamentales.
“Como en la pandemia habíamos sido tan cuidadosos con todo,
con Diego habíamos hablado que no fuera al partido y después apareció en la
cancha solo. Él se sentía triste de que no poder festejar el cumpleaños. Él
decía que no era un cumpleaños así, sin gente. El día del partido no lo vimos
tan bien”, afirmó Pellegrino.
Recluido durante meses en su casa y sin la posibilidad de
celebrar su cumpleaños sentado en una mesa con todos sus hijos, otro de los
factores que afectó -o ya venía afectando- a Maradona era la falta de sus
padres. Doña Tota murió el 19 de noviembre de 2011, mientras que Chitoro se fue
en 2015, algo que según su entorno familiar jamás pudo superar. “Desde hace 5
años para atrás ya no era el Diego que yo conocí, mi hermano, el que yo
quería”, explicó Lalo acerca de qué fue de su hermano sin sus padres.
Todo ese combo explotó el 3 de noviembre, cuando se informó
que Maradona sería operado de un hematoma subdural. Y, si bien la intervención
fue realizada con éxito, Diego permaneció una semana internado y en
observación. “El día de la externación fue el último día que lo vi. Estuvimos
hablando y estaba mejor”, señaló Rita, su hermana conocida como Kity, y que en
el seno familiar apodaron como la Jefa, por ser quien se encargaba de visitar a
Diego y pasar el parte médico al resto de parientes.
Ya instalado en su casa de Tigre, con el propósito de estar
más cerca de sus hijos y poder estar acompañado en el pos operatorio, Kity
reconoció que sus visitas dejaron de ser constantes debido a las
recomendaciones médicas de no rodear de tanta gente a su hermano para prevenir
un posible contagio de coronavirus, algo de lo que hoy en día se arrepiente de
haber respetado. “Lamento no haber ido, de haber acatado eso de que no se podía
entrar. Si yo tenía permiso, estaba en la lista de los que podían ingresar, hubiese
ido igual”, sostiene con la mirada brillosa.
Una de las últimas personas en ver a Diego con vida fue su
ex pareja Verónica Ojeda, quien llevó a Dieguito Fernando a visitar a su padre
el lunes 23 de noviembre. “Me llamó Vanesa Morla y me dijo que lleve a Dieguito
porque Diego estuvo todo el fin de semana solo. Lo llevé y, al entrar a la
habitación, Dieguito se le tiró arriba a su papá para abrazarlo. Se dijeron
cosas lindas, se amaban. Se besaban y se abrazaban a cada rato. Dieguito es un
nene muy cariñoso. Y estaba muy encima de su papá siempre”, mencionó al
describir la situación, que posiblemente haya sido la última muestra de cariño
que recibió Pelusa.
“Le dije que Dieguito necesitaba verlo bien, que quería que
esté bien. Me prometió que lo iba a estar, que le llevara mañana a Dieguito que
iba a estar bien”, añadió. Sin embargo, ese encuentro jamás se dio. Ese martes
una fuerte tormenta azotó a la Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, por lo
que Ojeda prefirió no viajar sola en auto desde su casa de Ezeiza a Tigre y
pospuso el encuentro para el miércoles. Ese mismo día, aproximadamente a las
12.30 del mediodía, se confirmaría la muerte de Diego Armando Maradona producto
de una reagudización de una insuficiencia cardíaca crónica, que derivó en un
edema de pulmón.
Para el entorno de Diego le es imposible explicar con
palabras lo que significa su ausencia. Apenas unas pocas palabras y un llanto
melancólico invaden a cualquiera de los interlocutores cuando se les pregunte
por el fallecimiento de Maradona o sobre cómo debe recordárselo a uno de los
íconos más grandes de la historia argentina.
Así eligió Verónica Ojeda ponerle el hombro a su muerte el
día que escuchó a su hijo mencionar que no iba a poder estar más con su padre
- Mi papá se fue. No está más, se fue al cielo y yo estoy
triste.
- Sí, Dieguito,
papá se fue al cielo… Pero va a estar siempre con vos…
Fuente: Télam.