Árbol de Luna, un emprendimiento riojano que hace artesanías con materiales reciclados

Botellas, cartones, latas, basura que desechamos diariamente en nuestros hogares y que contaminan el ambiente, para Claudia Luna son su medio de vida. Realiza árboles artesanales y otros productos que le permitieron salir adelante luego de haber entrado en depresión por perder todo su capital y quedar sin nada. Su entorno no confiaba en ella, pero siguió su instinto y hoy brinda talleres y sueña con crear una Escuela de Reciclado para generar emprendimientos y cooperativas.

Hoy conocemos la historia de Claudia Luna una fuerte luchadora que comenzó con su emprendimiento, Árbol de Luna, hace 9 años. Consta de la elaboración de árboles artesanales realizados con materiales reciclados.

El comienzo de su fuente de vida fue “en un momento muy crítico. Había perdido un emprendimiento que tenía, quedé sin capital, sin nada. Sinceramente no quería volver a depender de alguien, porque toda mi vida trabajé en relación de dependencia, quería tener algo mío”.

“No tenía el capital como para comenzar. Entonces, ingresé en un estado de depresión”, admitió Claudia, reviviendo ese momento de su vida con un dolor profundo.

A su vez, definió que “tenía 2 opciones: seguir en depresión o hacer algo por la vida de mis hijos y por la mía. Decidí salir adelante y como no tenía capital, comencé a trabajar con el reciclado”, contó.


De esa forma, comenta Claudia, inició juntando piedras, alambres, “y así elaboré los primeros árboles. También, con los cartones de huevos hacía flores, etc.”, y al mismo tiempo, reflexionó: “Lo hacía como terapia, porque no sabía qué hacer y mi mente tenía que estar ocupada en algo”.

Contextualizando, Claudia expresó que, en el marco del día del Ambiente, en el Jardín donde concurría su hijo solicitaron que los padres llevaran algo relacionado con el cuidado del ambiente. “Llevé unas piedras pintadas que tenía, hice unas mandalas, y unas flores de cartón de huevo. A las maestras y a otras madres les gustó mis trabajos, así que de esa forma comencé”.

Claudia comentó que realizó artesanías para vender en el jardín. Realizaba cosas para que los chicos cuenten y aprendan. “Les regalaba a los chicos las piedritas con dibujos que ellos me pedían. A los padres les gustaba, entonces ahí vi que podía hacer algo y que había alguien a quien le pudiera interesar”.

La artesana describió que en su barrio había muchas botellas tiradas, mucha basura, “entonces las comencé a juntar y me pregunté qué podía hacer diferente al resto, algo que en las ferias no haya visto, y ahí empecé con los arbolitos”.


“Corto las botellas de plástico, armo las hojitas, y también se me ocurrió trenzarlas con las hojas y así fui armando varias ramas”, describió una parte de su proceso creativo.
También, especificó que comenzó a investigar que materiales podía incorporar, cómo podía innovar aún más, hasta que encontró su técnica de elaboración. “Escucho lo que me dicen los clientes, las ideas que me brindaban. Así también empecé a reutilizar las botellas de vidrio, a cortarlas y realizar otras artesanías”.

Al ir creciendo el emprendimiento, que inició de 0, “fui comprando más herramientas y, además, mucha gente apareció en mi vida, como una señora que me trajo botellas y me regaló una máquina para cortar el vidrio”.

Claudia expresó que los vecinos le consultaban si juntaba cartones y latas. Ella aceptó e incorporó estos materiales a su producción. “A las latas las vendo. A las argollitas de las latas las recojo y se las brindo a otra emprendedora que hace tejidos”, dijo.

La idea es ir sumando más gente que se dedique al reciclado. Hoy puedo decir que vivo de esto”, asintió con orgullo y a la vez, sostuvo: “Me voy capacitando, investigando nuevas herramientas para incorporar y mejorar mi emprendimiento. Cómo vender, cómo hacer una página, cómo hacer un plan de negocio, etc. Trato de asistir a todos los cursos virtuales o presenciales y veo, además, tutoriales en YouTube”.

Con dolor, Claudia apuntó que “en principio, mi familia, mi entorno no creían en mí. Me decían que cómo iba a vivir de esto, es decir, no estaban muy de acuerdo, pero no les hice caso, si a mi intuición, y dije que de alguna forma iba a salir adelante”.


Luego de este proceso arduo del emprendimiento, hoy Claudia brinda talleres, “y mi sueño, es armar una Escuela de Reciclado, para enseñar a otros sobre la importancia de cuidar nuestro ambiente a través del reciclado, y que, a través de ello, se puede generar un emprendimiento como el mío”.

Actualmente comenzó a hacer envíos a otras provincias de sus productos.

Su anhelo y fuerza la llevó a organizar a su familia. Sus hijos y marido la ayudan con el emprendimiento, como así también, su padre, quien realiza la tarea de juntar los cartones y las latas y venderlas.

En momentos cuando no pasaba el camión recolector de basura, Claudia comentó que se acercó a dialogar con los vecinos y contarles que “si se unen pueden hacer muchas cosas y enseñarles a los niños, además de tener un barrio más limpio. Con el reciclado podemos vivir todas las familias”. 


Para finalizar, describió que para realizar un árbol utiliza 5 botellas. Para una cortina, 340 picos de botellas, mientras que con las bases crea flores. Con la parte lisa o centro de las botellas realiza las hojas de los árboles y un tipo de flor y lentejuelas.

Em Facebook, la pueden encontrar como Árbol de Luna, en Instagram como @lunaarbolde y su página Web: www.Arboldeluna.com


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