Andrea perdió a sus padres en un siniestro vial y a 3 años del hecho, no recibe justicia

Muchas veces nos preguntamos ¿qué tiene que suceder para que el común de la sociedad tenga conciencia vial? Sabemos que la irresponsabilidad al volante mata, pero continuamos en infracción. Andrea Carrizo perdió a su madre y a su padre en un siniestro vial en 2019, y aún a 3 años del hecho no se hizo justicia. La responsable del hecho disfruta de la vida en Santa Fe.

Andrea Carrizo es hija de Raúl Carrizo y Nélida Lugo, quienes en julio de 2019 fallecieron instantáneamente en un siniestro vial. Se dirigían desde la ciudad de Aimogasta a San Blas de los Sauces por la Ruta N° 60, y fueron embestidos de frente por un vehículo que hizo invasión de carril, que era conducido por una mujer oriunda de Santa Fe, María Virginia Lorenzatti.

“Mis padres murieron en el acto y, ella y su acompañante, fueron trasladados al Hospital Enrique Vera Barros. Ahora ella está en su provincia, en Santa Fe”, indicó Andrea en diálogo con La Red, y explicó que la mujer “ni siquiera quedó demorada. Tampoco vino a declarar y tuvo el tupé de denunciarnos en Santa Fe, desde lo Civil. Por supuesto que esa denuncia se cayó, porque los hechos ocurrieron acá”.



En el marco del Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Siniestros Viales, Andrea, con el dolor de hija define que “este hecho me cambio la vida, por el dolor de la pérdida de mis padres, pero también porque aprendí a valorar cada segundo de la vida, a despedirme con un fuerte abrazo, a sonreír y a petrificar los momentos en una foto, porque en ese viaje les tomé las últimas fotos a mis padres”.

Continuando con su relato, se pregunta “¿Cómo se sigue después de perder a mis viejos? No lo sé. Sólo sé que tenés dos opciones: te dejás hundir y quedás sumergido en el dolor, o tratás de salir del pozo y re_ nacés”.

“En mi caso, comencé a valorarme y valorar o los otros. Comencé, después de mi enfermedad, Endometriosis, a vivir de otra manera. Comencé a caminar en el cerro, a encontrarme con ellos de otra manera. Ahora corro en el cerro”, sostuvo.

Andrea, madre de 5 hijos, resaltó: “Me decidí a terminar mi carrera universitaria, Licenciatura en Psicopedagogía, y actualmente estoy con el proceso de la Tesis”, y continuó diciendo que “hago concientización vial en el lugar que me toca, sin olvidar mi pedido de justicia del hombre”.

Con una mirada introspectiva, asegura que “no sé cómo se sigue, yo solo me levanto por las mañanas, me baño, me miró al espejo y me digo: aquí voy de nuevo. Solo trato de ser una buena madre, una buena hija”.


“Cuando concientizo no lo hago tanto desde la folletería, sino desde mi lugar, por ejemplo, me coloco la remera para ir a trabajar en las escuelas, etc. Es un caminito de hormigas”, y al mismo tiempo, analizó: “los siniestros viales se reducirán cuando se comience a ir presos por matar en los siniestros viales”.

“La gente tomará conciencia de esa forma, porque lamentablemente somos hijos del rigor. Y eso se vio reflejado cuando estaba el 840, se iba detenido en Alcaldía. Así habían disminuido mucho los siniestros, y después, con el curso de los días, fue una locura la creciente estadística”. “Con la ley de alcohol O, se reducirán los siniestros viales”.

Finalizando, expresó que “además de la causa por el siniestro vial, hicimos una denuncia penal porque la camioneta de mis padres sufrió un robo en el puesto caminero de la ciudad de Aimogasta. El principal sospechoso es el suboficial Chávez. Con la llegada de la pandemia, se vencieron los plazos y la causa proscribió. El policía encima que roba, está libre, ahora se puede jubilar y quedó sin causa”.

Los detalles del siniestro vial en primera persona

En su relato, Andrea manifestó: “Fueron las últimas vacaciones, como se dice ´el último viaje´ de invierno de 2019. Mis papás habían comprado una camioneta Ranger y estaban muy entusiasmados; como nunca habían salido a disfrutar de su adquisición.

Esa semana me dejaron a mí y a mis hijos en su casa, en Los Sauces, y ellos habían viajado a Tucumán, a un sepelio, junto a uno de mis hermanos. llegaron el día miércoles a la noche. Ese jueves, 11 de julio, almorzamos y mientras lavábamos los platos con mi mamá, la última conversación era sobre la muerte, siempre viendo el otro lado de las situaciones, hablábamos de cómo yo la iba a despedir cuando falleciera; le decía que le iba a sacar los anillos y cosas así.


Después me dice mi papá que lo hable a las 16:00 hs. porque se iban a un sepelio en la ciudad de Aimogasta. Yo no lo quise hablar, pero él se levantó y se fueron con uno de mis hijos. Cómo a las 18:00 hs. escucho ruidos en el patio, era mi hijo, el q había salido con ellos, y me dice:  ´mi tata me dejó en la casa del tío´. Después llega mi hijo más grande y recibo un llamado, que no decía nada, pero decía todo. Era mi tía, la hermana de mi papá. Voy a la casa de ella para saber que pasaba. Me llevó un primo, que no sabía nada.

En su casa no me atiende nadie; me ingresa una llamada de uno de mis primos diciendo que me quede en donde estaba, porque él me pasaba a buscar, ya que mis papás habían tenido un choque. Jamás pensé lo q era. Lo llamo a mi marido, que estaba en la ciudad, y le digo q me cargue crédito y le comento la situación.

Cuando íbamos hacia Aimogasta, fue el viaje más largo de mi vida, y me acuerdo que hice una oración invocando al Espíritu Santo, pidiendo que me dé sapiencia y fortaleza para afrontar lo que tenga q afrontar.

En el camino había llamado a mis hermanos que vallan para allá, porque la cosa era muy grave, no sé cómo lo sabía, pero lo sabía. Cuando llegamos, nos encontramos con lo que uno no se quiere encontrar. Es una película que siempre se vuelve a repetir en mi mente. Fui la primera en llegar y la última en irme, de mis hermanos, levanté todas sus pertenencias de la camioneta, tomaron las fotos los peritos y luego me llevaron a la morgue. Cuando ingreso me encuentro con ellos, los limpié hasta que llegaron mis hermanos y primos que me ayudaron.


Ese 11 de julio de 2019, a las 19:00 hs., nos marcó un antes y un después. Un viaje sin retorno. En dónde tuve que ser amiga, sin tener amigos, porque ellos eran eso, mis amigos. Tuve que secarme las lágrimas para poder hacer frente a la lucha de pedido de justicia. Tuve que resignificar muchas cosas. Aprendí a sostenerme desde lo que soy, desde lo que ellos me enseñaron.  Tuve que sostener a mis hijos que preguntaban por su tata y su nona, por qué no llegaban de Aimogasta.

¿Que si te cambia una situación así? Hay algo q no tiene explicación, solo se vive en carne propia, en la piel.  Yo perdí un hijo por una enfermedad, pero es distinto el duelo, porque sabés que está la posibilidad de la muerte. Pero cuando se dan este tipo de hechos, no hay explicación.

En el velorio me dice una señora: ´nunca me voy a olvidar de ese abrazo de tú mamá, bien fuerte, cuando se despedía´.  Otros me decían: ´nunca me olvidaré de la sonrisa de la Nini´.

Que la gente, compañeros de ellos de la Policía se acuerden muy bien de ellos, hacen que me sienta orgullosa de ser su hija”.