
En un giro inesperado que ha sacudido el ámbito político de La Rioja, el diputado provincial, por el departamento Famatina, perteneciente al Bloque Justicialista, Nicolás Díaz presentó su renuncia a la Cámara de Diputados el pasado 29 de enero, luego de verse involucrado en dos graves episodios de violencia que han dejado a la comunidad en estado de conmoción.
El primer incidente tuvo lugar en la vía pública, mientras que el segundo se desarrolló en un domicilio particular, donde también estuvo implicado el comisario del departamento de Famatina, Ricardo Rubén Páez. Este último hecho culminó con la presentación de una denuncia penal contra Díaz, el 27 de enero ante la Fiscalía de Chilecito, bajo la supervisión del fiscal Ariel Ormeño Reinoso.
La renuncia de Díaz, quien pertenece al espacio político de la actual intendenta, Adriana Olima, no solo ha provocado un revuelo político, sino que también ha abierto un debate sobre la conducta y ética de los representantes públicos. Durante su tiempo como concejal, Díaz fue criticado por no presentar proyectos significativos, lo que ha llevado a muchos a cuestionar su capacidad para ocupar cargos públicos. La Legislatura este miércoles a las 19 horas, se convocará en sesión extraordinaria para tratar su renuncia.
A través de un comunicado difundido por sus abogados, Miguel Ángel Oliva y Rolando A. Vaca, Díaz, negó las acusaciones en su contra, tildándolas de «falsas y sin fundamentos». A pesar de su negativa, manifestó su intención de colaborar con la justicia y reafirmó su compromiso con la verdad y las instituciones. Sin embargo, decidió no hacer declaraciones públicas para evitar interferir en el proceso judicial que se está llevando a cabo.
La vacante dejada por Díaz será ocupada por Sofía Laso, una docente oriunda del distrito de Pituil, quien asumirá oficialmente su cargo en marzo. La llegada de Laso al legislativo podría marcar un cambio significativo en la dinámica política local, especialmente en un contexto tan convulso como el actual.
A medida que se desenvuelven los acontecimientos, la atención se centra en cómo este escándalo afectará no solo a Nicolás Díaz y su futuro político, sino también al clima general dentro y la confianza pública en sus representantes. En un momento donde la transparencia y responsabilidad son más cruciales que nunca, este caso podría convertirse en un punto de inflexión para las políticas públicas y las expectativas ciudadanas respecto a sus líderes.