Ya salió la preventa del libro titulado “Historia del Cine en La Rioja. Una mirada al siglo XX” de la docente e investigadora Alicia Torres.
Alicia Torres es licenciada en Letras y docente en las carreras de Letras e Historia en la UNLaR. Hace unos años que su equipo de investigación y la academia en general, empezó a interesarse sobre la cultura del NOA, en La Rioja, específicamente, se logró capturar la riqueza detrás de diferentes movimientos culturales, entre ellos: la literatura en prosa y lírica, el teatro, la música, e incluso las artes plásticas. Pero el cine todavía resultaba todo un misterio, cómo si este no existiese para los y las riojanas.
Su interés por el Cine se debe a cómo este arte está vinculado con las Letras. Dos áreas de la cultura que comparten puntos en común como la narrativa y la ficcionalización de las historias, pese a que estas tomen otros rumbos para acercarse a la verosimilitud, como es el caso de los documentales o las novelas históricas. Sin embargo, el lenguaje cinematográfico, con su dependencia de la imagen para transmitir ideas, representa un desafío único.
La profesora al advertir de esta falta y al tener un profundo interés personal por el Cine que la hizo estudiar una diplomatura de la UBA sobre la historia del Cine Nacional, notó que en los libros y apuntes que leía solo se refieren a la historia del cine de provincias como Buenos Aires, Tucumán, Rosario, Córdoba y Mendoza dejando de lado un sin fin de historias al margen que debían empezar a ser investigadas. Es así como nace el proyecto de investigación para reconstruir una historia olvidada para los riojanos; la del cine. Al respecto, la investigadora comentó a La Red: “Una vez que empecé a investigar me di con que en todos los textos de cine nacional, nosotros no tenemos lugar, porque nuestra historia empieza tardíamente en relación a lo que se da en Buenos Aires, así que propongo otra periodización, que se refiere a la realidad de las provincias del Norte durante el siglo XX”.
En esta periodización las diferencias entre el cine riojano y el cine de Buenos Aires son notables. Mientras que en Buenos Aires las primeras películas dieron lugar rápidamente al desarrollo de grandes estudios, en La Rioja la realidad fue distinta. Las salas de cine (las cuales eran bares o cafeterías) se convirtieron en el epicentro de la experiencia cinematográfica, y en localidades más pequeñas, como Sanagasta, el cine se proyectaba en espacios como hosterías, donde los jóvenes se enteraban de las funciones a través de un megáfono que recorría el pueblo. Esta imagen contrasta fuertemente con las grandes carteleras y la promoción en radios y revistas de cine en la capital.
El contenido de su libro se divide en tres períodos únicos de cómo se daba el cine en nuestra provincia: una primera etapa que va de los años 20 a los 50, otra que se ocupa de los años 50 hasta los 80, y finalmente una tercera etapa que va de los 80 a principios de los 2000.
La primera etapa de su estudio abarca desde los años 20 hasta los 50, un período en el que el cine llegó a La Rioja, no como una producción local, sino a través de la exhibición y circulación. Los primeros cines fueron iniciativas privadas, a menudo impulsadas por empresarios que deseaban compartir esta nueva forma de entretenimiento con sus comunidades. En localidades como Chilecito y Mazán, el cine se convirtió en un fenómeno social, con las películas llegando los viernes y siendo devueltas los domingos, todo gracias a la infraestructura ferroviaria que facilitaba su distribución. “Se empezó a circular el cine por iniciativas muy personales de las personas, cuestiones familiares también de querer mostrarle lo que veían a sus seres queridos. Se fue ampliando en los barrios, entre los vecinos por esta novedad absoluta que implicaba ver Cine”, dijo la docente a La Red.
La segunda etapa, entre los años 50 y 80, fue un período de expansión y consolidación. La distribución y creación de espacios alternativos para el cine floreció, con la llegada de empresarios uruguayos que construyeron cines como el Monumental y el Real en La Rioja. Este período también vio la creación de las primeras películas locales, aunque muchas veces a través de la visión externa de directores que retrataban a la provincia con estereotipos. “Los empresarios exitosos del Cine en Buenos Aires empezaron a ver a las provincias para grabar las locaciones. La Rioja fue vista como un lugar exotico por la vegetación, el desierto, los llanos y los valles. Y también a la figura de los caudillos. Las primeras películas fueron sobre el Facundo y el Chacho, también otras representaciones bastante estereotipadas del interior ya que no hubo participación de gente riojana sino que fuimos más representados por la visión que otros tenían de nosotros” profundizó Torres.
La circulación de las películas se daba en lugares alternativos como bares, confiterías, boliches, lejos de las salas de cine que uno piensa actualmente. Los inmigrantes jugaron un papel central ya que ellos trajeron la gran novedad a la provincia: con la llegada de españoles, italianos, árabes y yugoslavos también se dió la llegada del Cine y con ella su distribución. “Durante las entrevistas mucha gente me contaba anécdotas muy cómicas de cómo las películas venían cortadas, o a la inversa, son experiencias únicas la verdad”, recordó la profesora.
A pesar de la representación externa, hubo figuras locales como Hermes Quintana en Chilecito y Plutarco Schaller en la capital que jugaron roles centrales en la creación de las primeras películas riojanas hechas por riojanos, utilizando sus propias cámaras y ofreciendo una visión auténtica de la provincia al grabar los lugares comunes, la gente y la cotidianidad de los días.
Sin embargo, en la tercera etapa, que abarca desde los 80 hasta el 2000, la distribución de cine en La Rioja sufrió un declive debido al auge de la televisión y los videoclubes. Las salas de cine cerraron, y el cine dejó de ser un espacio de encuentro comunitario. Sin embargo, en esta misma época, comenzaron a surgir las primeras producciones locales, impulsadas por los egresados del Crulcich “con los alumnos con esta hambre de cine surgieron las primeras producciones locales sin intervención de otros. Hasta se hizo una novela titulada “La ciudad de los amores” con cuatro capítulos. El gobierno menemista también activó el interés por la filmación de películas en nuestro territorio, y esta vez con la formación de nuestros estudiantes de cine, hubo mayor participación de los riojanos en las producciones: con el guion, el vestuario, los actores, etc” reflexiona la licenciada Torres.
La historia del cine en La Rioja culmina con la aparición de figuras destacadas como Hebe Estrabou y Fernando Bermudez, quienes marcan un punto de inflexión en las producciones locales. La investigación de Alicia Torres llega hasta este momento, capturando no solo la evolución del cine en la provincia, sino también su influencia en otras áreas como las publicidades de campañas políticas y programas locales de radio y televisión. A partir de los años 90, lo local resurge con fuerza, consolidándose como una identidad cinematográfica propia.
“Desde lo personal, el Cine me apasiona profundamente, sino no hubiese llegado tan lejos con mi investigación. Pero desde el lado de la academia, no puedo dejar de ver al cine regional como algo sumamente valioso para tener en cuenta la idiosincrasia de la provincia y también para apartarnos de los modelos de representaciones centrales. Que se pueda brindar la visión de un director con tintes lugarizados, sin caer en lo pintoresco, pero con la lengua en uso, con las costumbres en uso, dando un cine situado que brinda nuestra propia cosmovisión del mundo”.