
La Cámara Tercera condenó a prisión perpetua, este miércoles, a Jimena Córdoba y Andrés Regino Bustamante por el brutal asesinato de Zoe, la pequeña hija de Córdoba. En la lectura “se ordenó comunicar la sentencia y sus recomendaciones sobre violencia institucional, al Poder Ejecutivo Provincial, al Tribunal Superior De Justicia, a la Legislatura Provincial, al Ministerio Público Fiscal y al Defensor General Del Ministerio Público de la Defensa, instando a establecer protocolos de protección integral de derechos de niños, niñas y adolescentes, conforme a compromisos internacionales, las Reglas de Brasilia y la Ley Lucio (N° 27.709)”.
La presidenta del Tribunal que llevó adelante el juicio, Karina Cabral, , informó que “más de 140 personas prestaron declaración entre julio y diciembre del año pasado. A ello se sumaron peritajes de distintas disciplinas como informática forense, antropología, y psiquiatría. Estos estudios determinaron, entre otras cosas, la causa de muerte de la menor y la coincidencia del ADN recogido en la escena del crimen con el de Zoe”.
La Magistrada también hizo referencia al contexto de extrema vulnerabilidad en el que vivía Zoe y a la intervención fallida de organismos estatales: “Se abordó un capítulo completo sobre la violencia institucional que sufrió la niña, en particular por parte de una funcionaria de Chilecito que intervino informalmente, sin activar protocolos ni dar intervención a las autoridades competentes”.
Al ser consultada sobre si la muerte de Zoe pudo haberse evitado, fue contundente: “Sí los organismos intervinientes hubieran actuado con la debida diligencia forzada, articulando medidas reales de protección, Zoe estaría viva”. En este sentido, subrayó que aunque no era competencia del tribunal atribuir responsabilidades a quienes no fueron imputados, sí decidieron comunicar la sentencia a los poderes del Estado para que se adopten protocolos integrales en casos de niñez en riesgo. “No se puede permitir que casos como el de Zoe se repitan por falta de articulación institucional”, concluyó.
Según lo establecido, Cabral aseguró que “la noche del crimen, Jimena Córdoba propinó una brutal golpiza a su hija que le causó fracturas en las costillas, mandíbula y cráneo, dejándola inconsciente. A la madrugada, vecinos del barrio Valle San Andrés notaron humo saliendo de la casa y dieron aviso a la policía. Córdoba fue hallada horas más tarde con restos de hollín en sus manos, llorando en la calle. Sin embargo, el tribunal determinó que esa escena fue una puesta en escena: ya sabía que Zoe estaba muerta”.
“Tras la agresión, Córdoba intentó contactar a Bustamante, su expareja, para que la ayudara a encubrir el crimen. Aunque el acusado no atendió el llamado, su participación en el encubrimiento posterior quedó acreditada. La relación entre ambos fue calificada por peritos como “utilitaria”: ella buscaba apoyo económico y él, gratificación sexual”, aseguró.