Las Madres del Dolor: historias de lucha por Justicia y de amor al prójimo

¿Cómo a partir de la pérdida un ser querido se puede continuar y transformar ese dolor tan profundo en amor? Eso es lo que conoceremos aquí a través de la historia de las Madres del Dolor de La Rioja, un grupo de personas que coinciden en la pérdida de un ser querido, y muchas de ellas aún esperan Justicia.

Usted querido/a lector/ra seguramente ante determinados hechos, alguna vez se pudo preguntar: cómo puede la humanidad entera caber en corazones destrozados por un dolor tan profundo, como la pérdida de un hijo, una madre o una hermana. Pero es justo allí, donde ese dolor se transforma en amor al prójimo. Luego, esos corazones se unieron y formaron la Asociación Madres del Dolor de La Rioja.

En este sentido, la presidenta de la Asociación Madres del Dolor, Mirta Collante, en diálogo con La Red, comentó que la Asociación surgió “a raíz de la necesidad de un grupo de madres y familiares, luego de perder a un ser querido, de comenzar a unirse y organizar movilizaciones para manifestar nuestro reclamo e inconformidad por la falta de justicia, ya que no teníamos avances en las causas”.



Respondiendo a la pregunta inicial, Mirta, con la fuerza propia de una madre atravesada por el dolor de la pérdida de su hijo, sostuvo que “el dolor es tan grande que me impulsó a salir a las calles, no solo a buscar justicia por mi hijo Mario Taboada, sino por los demás que padecían el mismo dolor y muchos no tenían acceso a los distintos organismos de Justicia”.



La Asociación está conformada por alrededor de 70 Familias de toda la Provincia y actualmente, acompañan a las víctimas en todo el proceso de Instrucción y Juicio: Oficina de Atención de Victimas, Fiscalía y Juzgado. “Además, acudimos a la Cámara de Diputados por Leyes, la cual conseguimos: la Ley de Víctimas N° 10.185, Ley de Creación del Observatorio de Víctimas N° 10.286 y la Creación de la Defensoría de Víctimas N° 10.441 (Abogados gratis para victimas carentes)”, describió y se dirigió a las autoridades para “solicitar la implementación del Sistema Acusatorio que otorga el Derecho a las Víctimas”.   

Mirta, con una mano en el pecho, describió que “el dolor para mí es un sentimiento que no se puede describir con palabras, se lo lleva en lo más profundo del corazón y el Alma. Es una Herida que jamás cerrará y solo se aprende a convivir con él”. 

También, dialogó con nosotros Vanesa Perazzone. Su mamá, Nora Aguirre, era enfermera en el Hospital René Favaloro en la localidad de Desiderio Tello, murió calcinada en un siniestro vial. 



“Tenía 32 años de servicio. El 25 de septiembre de 2019, la pasaron a buscar de mi casa a las 4 de la mañana para viajar a un curso en la Capital. Iban 5 personas en un vehículo oficial del Ministerio de Salud. 200 metros antes de llegar a Olta, colisionan con el guardarrail y se incendia”, comentó y al mismo tiempo, con lágrimas de dolor contó: “Todos pudieron salir, menos mi mamá. Era la única que viajaba con cinturón de seguridad y la puerta de su lado estaba rota, no se abría, de acuerdo al comentario de la gente del pueblo que viajó en ese vehículo, se abría con una pinza”.

Vanesa, comentó: “A mi mamá me la devolvieron calcinada en una bolsa de consorcio. No se le pudo realizar autopsia porque tenía el 97% del cuerpo quemado”. “Muere un trabajador en servicio y nadie se hace cargo de nada. Claramente hubo abandono de persona, la Directora que es enfermera, que juró salvar vidas, pudo sacar del vehículo sus pertenencias (cartera, celular, campera, hasta la hoja de ruta) pero nadie pudo ayudar a mi madre, una mujer de 54 años, con ganas de vivir, porque mi mamá amaba la vida, era alegre, servicial, tenía un rol en la comunidad, daba merendero, ayudaba al prójimo.  Pero nadie hasta el día de hoy puede decirme que pasó”.



“La causa está en Chamical a cargo de la jueza de instrucción Loreuro, que hizo poco y nada, y a casi 3 años seguimos esperando justicia”, analizó y al mismo tiempo, Vanesa reflexionó: “Por lo menos que el imputado (Fabio Oscar Riquelme) no maneje, ya que causa daño verlo deambular por el pueblo”. 

La causa estuvo por elevarse a juicio “y se la bajó. Ahora esperamos la resolución de la jueza. Es injusto que quedé en la nada. No hay un día que no duela. Todos los días me preguntó si mi mamá habrá sufrido antes de morir. Si murió en el impacto, o si murió quemada”.

Por otro lado, Noemí Albornoz, nos cuenta la historia de su hermana Lily Albornoz, quien también murió en un siniestro vial. El hecho ocurrió el 9 de mayo de 2015, cuando Lily Albornoz se trasladaba en su moto, “con todas las medidas de seguridad y documentación en regla. Fue embestida por Adolfo Salcedo Álvarez, un abogado, que circulaba a alta velocidad en un avanzado estado de ebriedad, violando todas las leyes de tránsito. Le provocó la muerte casi de manera inmediata”.



La causa fue calificada como Homicidio Culposo, “cosa que nunca estuvimos de acuerdo ya que ésta persona al ser abogado conoce las leyes y sabe que no se debe conducir con alcohol en sangre, y sabía lo que podía provocar. No le importó la vida de terceros ni la propia”. 

La causa fue elevada a juicio, donde un Tribunal lo condenó a 5 años de prisión efectiva, de los cuales sólo cumplió 1. “Hace más de 1 año que la jueza de Ejecución Penal nos negó la posibilidad de ejercer nuestro derecho a ser informados de todo lo referido a la causa y a ser escuchados. Le concedió la prisión domiciliaria ya que aducía que se encontraba en estado depresivo”, describió.

Finalmente, Noemí argumentó: “a partir del dolor que tuvimos que atravesar 2 veces, porque mi padre murió de la misma manera un 1 de enero de 2006, además de que las causas fueron mal instruidas, conseguimos condenas vergonzosas, por lo tanto, no queremos que a otras víctimas les pase, sentimos la necesidad de unirnos a otros familiares de víctimas acompañando, conteniendo, y guiando para que no padezcan las mismas situaciones que nos tocó vivir siendo re victimizadas todo el tiempo”.

Dolor y Justicia son dos palabras cuyos significados conocemos, pero detrás de ellas hay madres, hermanas, familias que sufren y padecen. Son lágrimas que recorren el alma y rodan por la mejilla de Dios.